Debió de saberles a poco la fiesta familiar del pasado 11 de diciembre, que fue el día que se casaron, porque han decidido organizar un segundo sarao para reafirmarse en el «sí, quiero», en este caso ante unos 60 invitados. Hablo de la actriz, presentadora, tertuliana... Silvia Fominaya y del empresario vigués del naval Pablo González. El escenario elegido es un hotel a pie de playa, de la de Alcabre para más señas, y el día, el 14 de febrero. Para que no queden dudas de lo enamorados que están.
Los invitados han sido citados a la una del mediodía. De momento, han trascendido pocos detalles de los preparativos, pero lo que sí se puede anticipar ya es que no habrá famoseo. Que nadie monte guardia en la puerta del establecimiento esperando toparse con alguno de sus antiguos compañeros de la Isla de los Famosos o de Crónicas Marcianas, porque no están invitados.
Lo que sí habrá serán muchos empresarios, sobre todo del sector en el que desarrolla su actividad su ya marido, que cuenta con fábricas de hélices para barcos en Portugal y Marruecos.
Silvia ha elegido para la ocasión un traje diseñado por Patricia Avendaño en color verde con encajes grises. Y con un escote de vértigo en la espalda.
Nacida en Madrid hace 33 años, Silvia se siente ya un poco viguesa. Aquí encontró el amor y aquí han nacido sus hijos Paolo y Hanna. En la actualidad reside en Tomiño. Aunque la fama le llegó tras su participación en la Isla de los Famosos y, sobre todo, tras formar parte del cuadro de tertulianos de Javier Sardá, tuvo clara su vocación desde niña.
Apenas contaba siete años cuando se subió por vez primera a un escenario. Fue para representar Blancanieves en el Monumental de Madrid. Dos años más tarde Pedro Massó le ofreció un papel en Segunda enseñanza. Fue imagen publicitaria de Margaret Astor y de El Corte Inglés hasta que, en 1996 fichó por Telecupón. Era la etapa de Carmen Sevilla y sus ovejitas.
Famosas fueron sus portadas ligera de ropa en Interviú. Claro que desde que el amor vigués llamó a su puerta su presencia mediática se ha reducido mucho. Entregada a una vida más familiar, sus hijos ocupan ahora buena parte de su tiempo.
Pero sí la mayoría. Los fieles del extinto Manteca, pese al poco tiempo que llevaban huérfanos, debían de tener mono a juzgar por el efecto llamada que provocó el anuncio de que abría las puertas su sustituto, el Xancarajazz. Lleno total. Claro que no es difícil tratándose de un local de tamaño tan reducido.
Gonzalo Villar reconoció que no tuvo más remedio que abrir un poco en precario. Explicó que faltan muchos detalles, pero contratos obligan, y estaba obligado porque firmo uno con Jorge Pardo para actuar hoy y mañana.
Menos mal que la decoradora se prestó a realizar el trabajo a cachitos. Ya se sabe, donde hay confianza... Y es que la tarea se la encargó a su hermana Marta, de la inabarcable saga de los Villar Sanjurjo.
Hacía la friolera de... En fin, que hacía un porrón de años que no tenía la oportunidad de charlar con Marta, con la que compartí promoción en la Escuela de Secretarias a mediados de los 70. Está claro que a ninguna de las dos nos sedujo luego el trabajo de oficina.
Lo suyo son ahora los decorados de cine y televisión. Uno de sus últimos trabajos, Los muertos van deprisa, de Ángel de la Cruz, está a punto de llegar a las salas. También está en capilla Agallas, una historia protagonizada por Carmelo Gómez y Hugo Silva con el narcotráfico como telón de fondo. Y ahora prepara un programa piloto para las televisiones autonómicas sobre el que prefiere no dar pistas. «Va a sorprender», es lo único que anticipa. Pues quedamos a la espera.
Hasta el salón gastronómico ourensano se desplazó ayer el concejal de Turismo, Eduardo Reguera, con dicho manjar bajo el brazo. Cuentan que los visitantes, entre otros el conselleiro Fernando Blanco, no dejaron ni las migas. Normal.