«La peseta daba para mucho más». El runrún que protagonizó cientos de tertulias tras la entrada de la moneda única hace ya siete años, vuelve a cobrar fuerza. Porque, al menos en estos establecimientos, pueden comprar hasta los que no tengan ni un euro.
«Aún ayer vino una persona con 20.000 pesetas en billetes de 1.000 y 2.000 y compró tres pantalones», señala Benito Urgal . «Otro chico, trajo un billete de 10.000 que se había encontrado en un libro, hace un par de meses una señora llegó con 25.000 y otro con 13.000 pesetas en monedas de cien», recuerda.
Numismática
Pero también hay los que buscando, buscando, se han encontrado con monedas aún más antiguas. Y, claro está, esas ya no se pueden admitir porque no la cambia ni el Banco de España. Sin embargo y, debido a ello, Benito tiene varias bolsas con pesetas de Franco u otras más antiguas que ya han despertado el interés de los numismáticos. «Como yo las recojo igual, también viene de vez en cuando algún coleccionista», afirma Benito a pie de calle mientras aún algunos viandantes se sorprenden. «¿Es verdad que se puede pagar en pesetas?», preguntan desde la acera.
La oferta continúa y la popularidad de la iniciativa está haciéndose hueco en toda la comarca de O Baixo Miño. «Viene también gente de fuera, algunos de Tomiño o de Tui, que ven el cartel de casualidad y luego vuelven con sus pesetas», aseguran sus promotores.