La compuerta metálica se acaba de cerrar y un chorro de aire a presión entra en el habitáculo, del tamaño de un microbús. Descendemos. El submarino está a diez metros bajo el agua, en las profundidades de la calle Amor Ruibal, en el entorno de Hispanidade. Es la primera cámara hiperbárica que abre en Vigo, la primera también de todo el sur de Galicia y, según sus promotores, la más grande del noroeste español financiada con capital privado.
Es una herramienta médica. Una cámara hiperbárica es un habitáculo en el que se puede aumentar la presión atmosférica, simulando las condiciones que se viven debajo del agua. En un contexto así, el oxígeno llega mejor a cada recoveco del cuerpo, hasta los últimos capilares venosos y a las zonas con falta de ese gas.
Cuando se lleva al paciente a esas condiciones, se le administra oxígeno puro porque ese elemento consigue regenerar tejidos y provoca el fenómeno de la neovasucularización, o formación de nuevos vasos. En Galicia solo existían la del hospital Naval de Ferrol y otra en Santiago.
Los promotores de la cámara hiperbárica de Vigo (CIVI), que empezará a funcionar en las próximas semanas, quieren destinarla a tratar distintas enfermedades. Por una parte, a pacientes diabéticos con efectos secundarios de tipo vascular, como el pie diabético, pues en algunos casos puede llegar a ser necesario amputar. Por otra parte, en pacientes a los que se les ha aplicado radioterapia y tienen los tejidos corporales quemados. También en personas que han sufrido el aplastamiento de algún miembro -conocido como síndrome compartimental- a raíz de, por ejemplo, un accidente laboral. Otros usos terapéuticos se centran en curar a personas intoxicadas por monóxido de carbono como el de las calderas, la sordera súbita o las fracturas abiertas y los tejidos quemados, ya que el oxígeno mata las bacterias y además ayuda a cicatrizar mejor.
Así es una sesión
El paciente tiene que llegar al centro derivado por un médico especialista. El doctor de la propia clínica tutela el proceso junto con el especialista. Diseñan un tratamiento específico en función de cada enfermedad. En cada sesión, se sienta durante una hora en la cámara. El camarista la presuriza y cuando se dan las condiciones que busca, los pacientes empiezan a respirar el oxígeno a través de una mascarilla. Tiene unos filtros para no dejar escapar nada de gas. El proceso dura una hora y después el paciente puede irse a su casa. No tiene molestias, más bien al contrario: el oxígeno aporta una gran sensación de ligereza.