Miguel Pizarro ha aprovechado un receso en la representación de la obra de Arthur Miller Todos eran mis hijos para visitar a su familia gallega, tras 17 años alejado de ella.
Compositor, actor, cantante, promotor de una escuela de interpretación, pintor... Lo que realmente lanzó a la fama a este actor mexicano fueron las telenovelas. «Ahí entré con el pie derecho», comenta.
A estas alturas ha perdido la cuenta de las que ha interpretado desde que empezó en 1988 con Pasión y poder o Teresa, con Salma Hayek, hasta llegar a Rubí, la más famosa.
Su primer papel lo interpretó en Galicia como extra en la película Los gozos y las sombras. Cuando solicitaron a su tío la casa de la plaza de El Teucro en Pontevedra para rodar unas escenas se ofreció al director. «Vete a cortarte el pelo y empiezas», le respondió.
Si de algo presume Miguel Pita Gómez [nombre de pila] es de sus raíces gallegas. Su abuelo, Pío Pita Súarez-Cobián fue toda una institución en la meteorología española. A su padre, un marino mercante coruñés, lo define como un trotamundos por su profesión y carácter. «Conoció a una mexicana cuando el Magallanes arribó al puerto de Veracruz y ya no cesó hasta casarse con ella», explica. Ellos ya fallecieron, pero todavía le quedan familiares y amigos en Pontevedra y Vigo de los trece años que residió en Galicia. De él dicen, es una persona sensible, trabajadora y simpática.
El actor es el primer sorprendido cuando en una cafetería de Vigo dos jóvenes le piden emocionadas un autógrafo.
Fue en esta ciudad donde desarrolló su primera faceta artística, la pintura, y donde participó en el grupo de teatro del instituto y en el coro de la iglesia. «El cura hizo un casting, tenía voz de pito y pasé», añade. Al regresar a México compuso una canción para el Mundial de Fútbol de 1986, interpretada por el grupo Arco Iris, que resultó todo un éxito. Y eso, dice, que no sabía tocar ni el timbre de la casa. Sobre la posibilidad de residir en España responde: «Vengo y siento que me voy a quedar».