Una broma relacionada con una escena de la película Airbag dio pistas a los aduaneros que seguían a dos sospechosos que podrían ser correos de droga entre Vigo y Barcelona. Este anécdota salió a relucir en un juicio que comenzó ayer en la Quinta Sección de la Audiencia, con sede en Vigo, a cuatro acusados de traficar con cocaína y para quienes la Fiscalía pide un total de 54 años de cárcel y 1,5 millones de multa. Algunos acusados tienen relación de amistad con Juan Carlos González, Culebras, quien será juzgado por liderar una red de blanqueo de 20 millones de euros en dinero negro en Vigo. Todo empezó el 14 de noviembre de 2007. El empresario náutico Gustavo Fermín P.C., amigo de Culebras, era vigilado por el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), que había intervenido su línea telefónica. Recientemente, Gustavo había vendido su yate Netiños a Juan Carlos. Los agentes se enteraron de que el empresario tenía planeado viajar en coche a Barcelona a un salón náutico para comprar un velero antiguo. Sospecharon que el viaje era una tapadera legal para trapichear con droga. La magnitud del cargamento saltó a la luz el 23 de noviembre cuando Gustavo y su acompañante, el mecánico Orlando P.L., comentaron por teléfono las anécdotas del viaje a Barcelona. La Guardia Civil les había multado por circular con exceso de velocidad y, lo gracioso, es que habían vivido una escena igual a la de la película Airbag (Bajo Ulloa, 1997). Los protagonistas transportaban cocaína oculta en el airbag del coche y los agentes no se percataron. El mismo día, en otra charla, el cliente de Barcelona se quejó de que las «diez cajas de vino» que le vendieron eran «sintéticas» y pedía una mejora. A la semana siguiente, los supuestos correos regresaron a la ciudad condal para reemplazar la mercancía pero la policía les esperaba en el párking de su hotel. Los agentes registraron su coche y hallaron diez kilos de cocaína ocultos en el salpicadero y el airbag. «Muy profesional», como diría el actor Manquiña.