Pericles de los Palotes

VIGO

10 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay días en que uno escucha a Abel Caballero y cree estar oyendo a Pericles. Y no porque se exprese en griego helenístico, sino por la rotundidad de sus sentencias sobre la ciudad. Al igual que el estadista clásico, Caballero parece ver en su cabeza el futuro de la urbe, repartiendo plazas, monolitos, estaciones y centros comerciales como su predecesor distribuía por Atenas el Partenón, el Erekteión o los Propileos. De cuando en cuando, nuestro alcalde, como Pericles, se hace traer a los más sabios arquitectos del orbe, para que le muestren deslumbrantes planos y maquetas, que luego expone en la lonja del Concello para solaz del populacho.

Mientras impulsaba los planes Nouvel, Moneo o Maine, imaginábamos a nuestro regidor en la terraza de la casa consistorial, con la ciudad a sus pies. En un arrebato de emoción, diría, como Octavio Augusto: «Tomé Roma de adobe y la dejé de mármol».

Para reforzar esta imagen de estadista clásico, de arquitecto máximo, de princeps, o primer ciudadano, Caballero se refiere a sí mismo en tercera persona, realzando su carácter mayestático. En lugar de «yo creo», el regidor prefiere «este alcalde cree», lo que confiere a su discurso una majestad digna de Julio César en La guerra de las Galias. No es de extrañar que, en lugar de Abel, que es su nombre de pila, algunos funcionarios le llamen «¡Ave, Él!», ensayando una pleitesía digna del Imperio Romano.

Lo curioso del caso es que toda esta imagen, sincera o no, se vino a desmoronar esta semana con el asunto de la biblioteca del Estado. Resulta que el Ministerio de Cultura tiene consignados 7,4 millones de euros para construir la gran biblioteca pública de Vigo y el alcalde no sabe dónde ponerla. Lo malo es que la asignación figura en las cuentas públicas desde octubre de 2008 y que en Madrid llevan casi dos años esperando que el Concello les diga dónde deben comenzar las obras.

Para colmo, desde que el Gobierno aceptó construir la biblioteca, en el año 2007, el alcalde ha propuesto cinco ubicaciones diferentes para el centro: La Panificadora, la Escuela de Artes y Oficios, el antiguo colegio de Cluny y el antiguo Rectorado en la calle Areal. La última, en el palacio de Congresos de Beiramar, ya parecía un apaño de última hora, un recurso para salir del paso cuando no se tiene ya ni una sola idea a la que agarrarse. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha venido a confirmarlo. La biblioteca no encaja allí tanto por motivos jurídicos como de espacio.

Para salir del embrollo, Caballero especula ahora con ofrecer terrenos en Navia. Lo que sería un magnífico emplazamiento, porque no hay ninguna razón para que la biblioteca tenga que estar en el centro. Pero suena a arreglo de circunstancias, en lugar de a decisión meditada. Mientras tanto, se han perdido tres años. El dinero está parado y en Madrid se deben de estar preguntando qué pasa con los proyectos de Vigo. Que en lugar de estar a lo que urge, nos divertimos jugando a Pericles de los Palotes.