No tiene ingresos, a no ser que se ponga malo. Por cobrar, ni el paro. Aunque dicen que cualquier enfermedad que se cura con dinero no es grave. Pero en el caso de Óscar López Conde (54 años) sufre de pobreza. Y, cuando se necesita de los demás hasta para el bocadillo, termina uno sin techo y en la calle. Está a punto de cumplir su primer año de militante en la indigencia. «Soy indigente, pero no delincuente», puntualiza. -¿No daría ni palo al agua? -Tengo dos hojas de vida laboral y se las puedo mostrar a cualquiera. Soy de Vigo, pero estuve diez años en Canarias trabajando en la construcción. Me quedé sin trabajo y me vine para aquí. -¿A qué se debe que no cobre prestación social alguna? -Porque alguna vez me pagaron la Seguridad Social, pero casi siempre en dinero negro. -¿Solo en la construcción? -También tuve algún trabajo temporal en la agricultura, recogiendo plátanos y otras frutas. -¿Por qué retornó a Vigo? -Es que quería ver a mi madre. Pero vivo en la calle, porque no quiero ser una carga para ella, que es una persona mayor. No tengo casa, ni albergue. También tengo dos hermanas que están casadas y no quiero incordiarlas. Prefiero estar a mi aire y no molestar a nadie. -¿Dónde suele dormir? -Depende, puede ser en un cajero automático, en portales de colegios, en lugares abandonados o chupanos . -¿Estuvo de okupa? -Nunca. Vivo de lo que me dan. Pero hay más gente como yo y necesitamos un albergue. -¿Siempre se dejó barba? -Lo hago ahora por una cuestión práctica. A veces le doy unos tijeretazos y ya está.