Entiendo bien la paridad , tan hablada en el culebrón de las cajas. Y comprendo que el concepto sea popular en la provincia de A Coruña. Porque allí todo se hace «con un par»: con un par de aeropuertos, con un par de universidades públicas y con un par de lo que ponen las gallinas. Salvo Madrid y Barcelona, no conocemos en España otra provincia donde la duplicidad de instituciones e infraestructuras, por definición carísimas, sea la norma.
En territorio coruñés, donde está ese monumento al despilfarro que es la Cidade da Cultura, todo se da por partida doble. Si aparece el puerto exterior de Punta Langosteira, a no mucha distancia se construye el de Ferrol.
Por eso ahora que, según se cuenta, la fusión de las cajas ha sido paritaria , veo el momento idóneo para, exhaustos los unos y los otros tras tan penoso espectáculo, nos detengamos todos a pensar en Galicia, topónimo que, con toda justicia, adorna la cabecera de este periódico.
El culebrón de las cajas nos ha deparado lo nunca visto: que finalmente se considere que Vigo, la ciudad más poblada y el motor industrial de la comunidad, tiene derecho a decidir. Es una magnífica noticia que, tras tantos años de ignorarnos y de repudiarnos con estúpidos prejuicios, A Coruña y Vigo nos miremos a los ojos.
La paridad es creer que Vigo tiene voz y voto. Y esto, que debería ser una obviedad, es en cambio noticia. Durante décadas, Vigo ha asistido impávida al intercambio de estampillas que comenzó con la capitalidad de Galicia. Santiago se llevó ese honor y, desde entonces, se inició un juego absurdo con A Coruña para duplicarlo todo. Lo que tuviese una ciudad lo reclamaba la otra, las dos en la misma provincia.
En Santiago, se instaló la administración autonómica. Y, en A Coruña, con el TSXG o la Delegación del Gobierno, la periférica del Estado. Vigo fue, por su parte, tratada como una favela, una especie de poblado marginal, con muchos habitantes y con derecho a nada.
El caso incluso se convirtió en problema de salud pública. En Galicia sólo hay dos hospitales que hagan trasplantes. Y los dos están en la provincia coruñesa: El CHUS y el CHUAC. A cincuenta kilómetros uno del otro. Todo, para garantizar una paridad en la que todo se hace con un par . Pero allí. En un asunto en que el tiempo es tan importante, como el de los trasplantes, alguien decidió que los dos únicos hospitales que los hacen debían estar juntos y en la misma provincia. Ridículo e injusto.
El relatorio de agravios, como éste, sería prolijo. Así que vayamos al grano: es el momento de trabajar juntos. Sin prejuicios. Y de cuidar a Vigo. Porque, aunque se la trate así, no somos la favela de Galicia.
Así que aceptemos paridad como un emblema para un futuro común. Para trabajar y soñar juntos. A Coruña y Vigo se necesitan. Lo de con un par , nunca más.