Abel Martín practica desde Oia el más difícil todavía

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

04 nov 2010 . Actualizado a las 03:47 h.

Ese es Abel Martín, cabeza visible de una peculiar troupe que, desde Santa María de Oia, abre cada día una ventana al mundo del circo con mayúsculas. «Siempre me preguntan cómo se pueden dirigir espectáculos en América y en media Europa desde este rincón, y siempre contesto lo mismo: igual que desde Madrid o Barcelona, pero con una hora más de vuelo hasta aterrizar en Peinador. La diferencia es que aquí estamos tranquilos», explica.

Pese a que nos hemos citado en día festivo -«estamos en la carretera que sube a Mougás; no tiene pérdida»-, encuentro a Abel Martín en pleno ensayo. Faltan menos de dos meses para que se cumpla uno de sus sueños, estrenar un circo de Navidad en Vigo, el primero que se hará de tales características en la ciudad, así es que no hay tiempo que perder. Y menos teniendo en cuenta que el jueves le esperan en Madrid y la próxima semana en Nueva York.

La ciudad de los rascacielos está interesada en sus famosos osos polares y en sus hipopótamos animatrónicos. Se encarga también de la dirección escénica de circos alemanes, franceses, italianos...

Como en todas las producciones que salen de la factoría de La Fiesta Escénica, el escenario (en este caso el del Centro Cultural Caixanova) estará reservado a primerísimas figuras en sus respectivas especialidades. Como el equilibrista Olaf Triebel o el clown Claudio Carneiro, ambos habituales del Circo del Sol; el dúo ruso Gorotzi, que se encargará de los números aéreos; la contorsionista mongola Battsi...

Pero Abel Martín tenía especial interés en que Vigo estuviera bien presente en el espectáculo. Lo estará a través del protagonista e hilo conductor de la historia, el niño que guiará a los espectadores en un viaje imaginario sin moverse de sus butacas. Todavía no se sabe quién será ese niño. «Se presentaron cientos al cásting; teníamos tantas dudas que seleccionamos a diez y, de momento, estamos trabajando con todos», me cuenta. Otra aportación viguesa la pondrá un dúo de gimnastas acrobáticos formados en el club Flic-Flac. El resultado final podrá contemplarse los días 28, 29 y 30 de diciembre.

Abel Martín tenía 10 años la primera vez que fue al circo. Aquel día supo que quería ligarse a ese mundo para siempre. «No concibo hacer otra cosa. Y no es cierto que el circo esté en baja forma, lo que está en baja forma son algunas producciones. La gente busca sorpresas y buen trabajo, cuando se lo das, responde muy bien», asegura. Y tiene razón. Basta con darse una vuelta por la taquilla electrónica de Caixanova para comprobarlo. A dos meses vista del espectáculo, el número de entradas vendidas no es precisamente menor.

Abel Martín llegó a Vigo por casualidad hace ocho años. Le gustó tanto lo que que vio que convenció a sus siete compañeros de La Fiesta Escénica para trasladar la empresa desde Argentina hasta Oia. Hicieron la maleta y aquí se presentaron todos: Pepín, el maestro del pincel y el aerógrafo; Grillo, apodado así por el primer papel que interpretó; Marta, de cuyas manos surge el alma de los personajes; Cheli, el artista completo; Felipe, el talento natural para la escenografía; Bruno, el benjamín, y Andrea, al última en llegar. Más que un equipo se consideran una familia unida por amor al arte. Pues sí.

Y lo que es aún mejor, concedidos por los propios compañeros de profesión. Se entregaron ayer en el transcurso de un acto celebrado en su casa, es decir, el Colegio de Arquitectos. Los trabajos elegidos están firmados por Antonio Iglesias, Domingo Couto (por partida triple), Mauro Lomba, Fraga, Quijada, Portolés, Pablo Muiños, Alfredo Sirvent, Castroferro, Javier Vázquez, Perfecto Cendón, Manuel Martínez, Consuelo González, Julio Rodríguez, Martín Cominges, Pablo Menéndez, Sonia González, Guillén Mateos y Llopiz. Hubo también premio para el diseñador de la exposición, García Anta.