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Más madres de lactantes reclaman más comida en el Hogar de Santa Isabel

E. V. PITA VIGO / LA VOZ

VIGO

30 mar 2011 . Actualizado a las 11:47 h.

Una segunda interna del Hogar de Santa Isabel, que acoge a madres solteras o embarazadas, confirmó ayer que la comida que sirven a las madres de lactantes y las mujeres en gestación es escasa. Alise Rodríguez, madre de un bebé de 4 meses y otro de 18, declaró ayer a las cámaras de V Televisión que «le doy el pecho al niño y necesito más alimento».

Este testimonio se suma al de la embarazada María Luisa Martínez, una licenciada en Derecho Económico en paro y sin apoyo familiar, que también está acogida en el centro religioso que alberga a madres solteras. «Por las noches paso hambre, las religiosas hacen cocido de carne y a nosotras nos dan los garbanzos y la verdura», indicó la joven. Esta añade que han llegado a decirle que «me conforme con un plato de sopa, que mi futuro hijo ahora no necesita comer».

Aunque la dirección de las Siervas de la Pasión en Vigo no quisieron hacer declaraciones a V Televisión, si permitieron que las cámaras filmasen al interior de las cocinas. En ese momento, dos cocineras preparaban la comida. El menú, según explicaron, consistía en una pizza congelada para repartir entre las cuatro mujeres acogidas y de segundo plato, un puré de patatas. Para las siete religiosas el menú era diferente: menestra de verduras con hueso y carne. «Aquí se come bien aunque para algunas no sea de su gusto», declaró a V Televisión una de las cocineras.

Ante las quejas, la Xunta abrió una inspección pero archivó el expediente después de que las religiosas asegurasen que los menús para las madres de lactantes y embarazadas eran elaborados por un nutricionista. Pero la reclamante, Luisa Martínez, replica que «si el nutricionista recomienda comer pescado, te ponen croquetas de pescado precocinado».

La conclusión de la residente que destapó la supuesta alimentación poco nutritiva de este albergue especializado en madres solteras es que «nos tratan como ciudadanas de segunda categoría». Se quejó a la Xunta de que las religiosas la insultaban y se metían en su vida privada, y la inspección resolvió que las internas se apoyasen en el equipo psicosocial.