1Subiendo 4,33 es el título de la performance propuesta por Ana Gesto para celebrar en la Fundación Laxeiro el Día Internacional de los Museos. La artista, que estos días muestra su trabajo en la Casa das Artes, eligió las escaleras de este edificio para jugar con el número treinta y tres, su edad. Se trataba de un ejercicio de memoria que identifica el espacio físico con el transcurrir del tiempo. Ana Gesto propuso convertir en metáfora su edad y materializarla en treinta y tres latas que, distribuidas por las escaleras del edificio, a lo largo de las cuatro plantas, fueron incorporadas a su cuerpo y arrastradas con ella, confeccionando un extrano vestido sonoro (las latas, al impactar contra el suelo, producen un sonido de campana) que, al final del recorrido, conformaron la edad actual de la artista.
El olor de la tierra
2Los niños del colegio moañés de Seara son anfitriones de 16 chavales de los centros Los Geranios, de Lanzarote, y Ramón y Cajal, de Murcia, con los que comparten el proyecto Arce del Ministerio de Educación que lleva por título El olor de los libros; el olor de la tierra. Moaña lidera el programa, en el que también participa el colegio La Creu, de Lleida, que no envió estudiantes.El proyecto trata del bosque y de los libros. Los chavales hicieron ayer la ruta del sendero de A Fraga y se quedaron impresionados. No habían visto robles, castaños o la vegetación típica de ribera. Aunque no tiene relación con los bosques, los moañeses aprovecharon y mostraron a sus nuevos compañeros cómo crece el mejillón en las bateas. El empresario Berto Miranda les acercó una cuerda cargada al puerto y les ofreció las correspondientes explicaciones. Los cuatro colegios crearán un cuento que tiene por protagonista al Lagarto Melito, que parte de Lanzarote para recorrer las cuatro provincias. Los de Moaña le pondrán fin y luego se encargarán de encuadernarlo.
Un día diferente en Oia
3Los alumnos del colegio Mestre Manuel García de Oia se contagiaron ayer de los ritmos africanos y lo que iba a ser un concierto en el patio acabó convirtiéndose en una fiesta en la que todos acabaron saltando y bailando. Los miembros de la asociación cultural afrogalega Khaleye Diamono (que significa niños del mundo en wolof) se encargaron de que los pequeños tuvieran un día diferente fuera de las aulas. Ya se conocían de antes, ya que a lo largo del curso han impartido cuentacuentos y percusión en horas extraescolares. El grupo está formado por artistas senegaleses y gallegos, como Santiago Mariño, que lleva 25 años estudiando percusión. Mor Talla, portavoz del grupo, señala que su objetivo es continuar ofreciendo recitales allá donde les contraten. «Qué mejor forma de entenderse y convivir entre culturas diferentes que a través de la música», opina Ana Bermejo, fundadora de la asociación.