No quedó ahí la historia. Ya por la noche, en el Hotel Continental, donde se hospedaban los dos equipos, hubo varios incidentes que acabaron nuevamente con una zurra por banda.
Los vascos se indignaron al ver en el balcón de unas de las habitaciones la mascota, una muñeca que siempre acompañaba a Zamora, en una actitud burlesca hacia ellos. Tiraron el muñeco a la calle y decidieron no acudir al banquete ofrecido por la federación gallega para evitar incidentes. Sin embargo, cuando hablaba el presidente de la federación española se pudo oír a alguien que le llamada, desde el exterior, «chupóptero», a lo que los de dentro respondieron calificándolos de borrachos.
Fue un detonante para un nuevo cuerpo a cuerpo entre futbolistas y fue necesaria la intervención de la policía y la guardia municipal. Ya el día de la partida del conjunto vasco, en los departamentos del tren, aparecieron numerosos papeles en los que se podía leer: «Los cacos, derrotados por el Barcelona».
Proyectado en el Royalty
Aquel partido fue filmado y proyectado unos días después en el cine Royalty, ubicado en donde hoy está el edificio de Los Apóstoles (Marqués de Valladares esquina Velázquez Moreno). Fueron cientos de vigueses los que acudieron a ver el encuentro en diferido. En directo, el partido había sido seguido por doce mil personas, que dejaron una recaudación de 40.000 pesetas.
Aquellos días, Vigo fue visitada por miles de personas, para lo que las autoridades locales prepararon diversos actos lúdicos. En algún medio nacional se quiso culpar a los vigueses de invadir el campo, pero el periodista local Thedy, en las páginas del Madrid-Sport, apuntó hacia otro lado. «Quienes agredieron al árbitro, nada tenían que ver con Coya ni con nuestra afición. Eran remesas de otras regiones», escribió días después.