Hacia un eterno retorno

VIGO

04 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La miseria y el arte se llevan bien. Y no sólo por afición, como en el caso del poeta maldito, que pasa hambre, se desasea y viste harapos por el solo gusto de darse lustre. Pobreza y cultura casan bien, incluso por necesidad. En su cuento Un artista del hambre, Kafka nos presenta a un tipo que trabaja como ayunador profesional en un circo, hasta que muere de inanición en su jaula mientras practica el más difícil todavía.

El kafkiano argumento suena muy actual, un siglo después de escrito. Muy pronto, las calles se llenarán de artistas muriéndose de hambre en público, sea como performance, sea espontáneamente.

La crisis y la cultura suelen ir parejas. Y Vigo es un buen ejemplo de ello. En esta ciudad se produce una explosión de ideas cada vez que hay un declive industrial, un Celta en Segunda y un paro por encima del 16 por ciento. Cuando no hay trabajo, ni dinero, ni nada en que distraerse, los vigueses revientan de ideas. Sucedió en los años 80, con una revolución musical y artística mientras ardían las calles pidiendo «Pases pro bus» o «¡Ascón, solución!». Y parece que el fenómeno se repite ahora, en medio de la catástrofe económica.

Por eso no es extraño que se haya puesto de moda la Movida. El escritor y guionista Emilio Alonso acaba de publicar en Xerais un libro capital, el compendio definitivo para entender aquel fenómeno: Vigo, a 80 revoluciones por minuto. Con rigor, dejando hablar a los protagonistas, Alonso nos recuerda aquellos años nebulosos. Y se pone él mismo como ejemplo de que la crisis y la cultura se llevan bien: «Lo escribí porque tenía el material y, ahora que soy un pobre parado, tenía tiempo». Además de ser brillante, este tipo tiene coña, lo que le hace doblemente bueno.

La Movida está de moda porque todos sospechamos que los tiempos que vienen se parecen a aquellos. Vamos camino de un colapso económico y de una crisis de modelo como los que se vivieron en aquellos años de pobreza e incipiente democracia.

Así que no es raro que haya vuelto a editarse Tintimán, el lujoso fanzine que publicaba Javier Moreda. O que el realizador Luís Montenegro haya triunfado esta semana en Barcelona, en el festival In-Edit, con su documental Galicia Caníbal, sobre la movida viguesa. Y tampoco extraña que se hayan vuelto a reunir Aerolíneas Federales y que mañana sábado ofrezcan un concierto en la sala Razmatazz, en la ciudad condal.

En realidad, no es que recordar la Movida se haya puesto de moda. Sino que incluso parece que vivamos dentro de la Movida misma. Que, por un extraño fenómeno cuántico, los temporales de estos días sea el huracán Hortensia, que ha venido como un viento del Oeste a devolvernos al pasado. Viajamos hacia los años ochenta, en libro, en documental, en grupo y en fanzine. Y puede que sea esa época, de hace treinta años, donde nos dejará la actual crisis. Eso si no volvemos derechos a la Edad de Piedra.

eduardorolland@hotmail.com