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La biblioteca y los monos

VIGO

03 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Según el Teorema de los Infinitos Monos, formulado en 1929 por el matemático francés Emile Borel, si un macaco aporrease una máquina de escribir durante un tiempo infinito, no tardarían en aparecer en el texto las obras completas de William Shakespeare. Se trata de un fenómeno meramente estadístico, resultado de aplicar el infinito a cualquier probabilidad. Al final, se producirían todas las opciones posibles, incluido que un chimpancé termine escribiendo, sin saberlo, las obras completas de la Biblioteca Nacional de Francia.

Desde que al señor Borel se le ocurrió esta cosa, el teorema ha fascinado a los matemáticos. El 3 de enero de 2005, científicos norteamericanos lograron que un robot, tras pulsar teclas al azar durante tres años, escribiese una secuencia de letras idéntica a la que aparece en la obra Enrique VI, de Shakespeare: Rumor: Abre los ojos.

No puede decirse que el experimento resulte deslumbrante. Para probar el teorema habría que contar con un tiempo o una capacidad de cálculo infinitos. Además, la ciencia no siempre sale como se ha pensado. Y la última prueba del Teorema de los Monos Infinitos, desarrollado por la universidad inglesa de Plymouth, concluyó que los macacos solo pulsaban repetidamente la tecla s, que más tarde comenzaron a golpear las máquinas de escribir con piedras y que, al cabo de un mes, orinaban y defecaban sobre ellas.

Todo esto, aunque resulte inverosímil, es absolutamente verídico. Y, lejos de su apariencia estúpida, es fundamental en aplicaciones prácticas como el cálculo infinitesimal, imprescindible en la ingeniería, por ejemplo. Además, estos problemas matemáticos resultan muy inspiradores. Se cree que el teorema del señor Borel convenció a Borges de escribir su cuento La biblioteca de Babel, donde nos presenta una biblioteca infinita, en la que están almacenados, sin ningún orden, todos libros posibles, tanto los que hayan existido como los que no.

La Biblioteca de Babel precede a la propia existencia del ser humano y este se muestra abrumado en ella. Con tan kafkiano planteamiento, el autor de Ficciones nos muestra lo pequeñitos que somos en el Universo.

Pensaba yo ayer en estos prodigios matemáticos, mientras observaba la torre de nuestro ayuntamiento. Y pensaba para mis adentros: «Ahí vive un señor que escribirá muchas novelas, pero no se ha leído a Borges. Y tendrá un doctorado por Cambridge, pero desde luego no conoce al señor Borel». Porque resulta difícil entender cómo puede haber -¡desde hace seis años!- una partida en los presupuestos del Estado para construir una Biblioteca Estatal en Vigo. Y que no se haya podido acometer porque el alcalde ha sido incapaz de definir un sitio en la ciudad donde construirla. Una decisión así la podría tomar hasta un mono aporreando una máquina de escribir. Pero no tenemos la suerte de que nos gobierne un mono?

eduardorolland@hotmail.com