
La madre de los hermanos Farrapeira inició el negocio que ellos continúan y sigue creciendo
22 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.En las galerías de Rosalía de Castro que comunican con la calle Colón nació un pequeño imperio de la tela que se ha ido extendiendo hasta contar ahora mismo con tres locales en Vigo y uno en Arbo. La impulsora del milagro fue Lidia Moreira Coto, una mujer emprendedora que a principios de los años 70 se le ocurrió montar un modesto comercio en el que empezó a despachar retales procedentes de excedentes de otras firmas. «Ella empezó en el mundo de la confección trabajando para la fábrica de camisas Regojo de Redondela y con mucho esfuerzo cogió en estas galerías un local pequeñito en el que vendía prendas de vestir. Un día se le ocurrió traer de Regojo un paquete de retales que puso a la venta al peso y a partir de ahí fue el bum. El negocio se fue ampliando», cuenta uno de los tres hijos varones de Lidia, Álvaro, que actualmente está al frente del local matriz en el que empezó todo y que se fue extendiendo de forma que ahora ocupa buena parte del centro comercial.
«Estas galerías se quedaron obsoletas y a medida que iban quedando locales vacíos los fuimos cogiendo. Además, aparte de los retales ya fuimos añadiendo más género para hacer cortinas, confección y tejidos en general. Por eso le llamamos la casa de las telas, porque tenemos todo, abarcamos todos los sectores de textil, tanto telas para hacer prendas de vestir, como tejidos para decoración o para disfraces. Todo lo que sea en rollo, lo tenemos», afirma. En rollo y más que eso, y por metros o por kilos, en Retales Lidia hay mucha tela. Desde hace unos 15 años incluso tienen mercería y todos los complementos que se necesitan para hacerse una prenda. «Vamos evolucionando igual que el cliente. El retal se siguió vendiendo, pero si te piden artículos que no encuentran, tienes que traerlos», razona.
Y Álvaro vuelve a mencionar a su madre, que ya está jubilada. «Con ella también se sumó mi padre a esta aventura y luego se fueron incorporando mis hermanos mayores y yo. Los tres nos dedicamos a esto. Estábamos predestinados hasta en el apellido», bromea no sin razón, ya que el patronímico es Farrapeira.
En Rosalía de Castro está la tienda más grande «la de toda la vida», como él dice. Y aunque todos los hermanos son responsables de todas (Avenida de la Florida, 97; Travesía de Vigo, 159 y Arbo), cada uno tiene su función específica. «Yo aquí, en la central, hago las compras y estoy pendiente de la mercancía que hace falta. Mi hermano Ángel lleva la contabilidad y Jorge lleva la tienda de Florida. En Arbo tenemos una nave que además de almacén vende para la zona». Allí vive la matriarca. «La jefa, -apunta Álvaro-, que no trabaja pero no para. Aún cose y hace de todo. Es una máquina. Quien la conoce sabe muy bien quien es Lidia», asegura añadiendo que le costó mucho salir adelante.
«Ella tuvo vista para el negocio, los demás solo seguimos el camino que ella nos marcó», reconoce. En aquellos tiempos aún no se habían popularizado las tiendas de moda que con sus precios lograron que no valiera la pena hacerse la ropa. «Eso nos hizo mucho daño, nadie se molestaba en hacerse una chaqueta o una camisa -admite-, pero volvemos a lo de antes. La gente vuelve a hacerse sus prendas», cuenta mientras atiende, ya que están en plena temporada alta, la campaña de carnaval. «Suministramos a comparsas de toda la provincia y más allá.
Vienen de todas partes. Es la época del año más boyante», reconoce. «Y luego viene el buen tiempo y se empiezan a animar con cosas de hogar, cambiar cortinas, tapizar sofás, etcétera». La mayor parte de la clientela está formada por gente de cierta edad con conocimientos de confección, «pero cada vez hay más gente joven y muchos estudiantes de diseño», asegura el experto rodeado por un mar de telas.
Desde 1971.
Rosalía de Castro, 3.
Ahora están con la campaña de carnaval. Suministran a comparsas de toda la provincia.