La nueva fuerza, una coalición entre EU y la Anova de Beiras, está desde el 21-O casi empatada con el PSOE y aspira a jugar un papel predominante en el Concello vigués
06 ene 2013 . Actualizado a las 07:20 h.38.061 vigueses provocaron un revuelo político el pasado 21 de octubre. Todos ellos dieron su voto a Alternativa Galega de Esquerda (AGE), la coalición puesta en marcha semanas antes por Esquerda Unida y Anova, el partido de Beiras. Con este resultado quedaron relativamente a poca distancia del PSOE, que obtuvo 49.305 votos, y sobrepasaron de manera contundente los 21.708 de los nacionalistas del BNG.
El 18 % de AGE estuvo a punto de consolidar un sorpasso a los socialistas, lo que hubiera supuesto un auténtico terremoto, pero el 23 % largo del PSOE le permitió mantener la hegemonía de la izquierda en la ciudad. Sin embargo, el reparto de concejales que estos resultados habrían supuesto en unos comicios municipales provocó un sudor frío a Abel Caballero ya que AGE obtendría 6 ediles por solo 7 del PSOE (11 en la actualidad) y el BNG mantendría los 3 que tiene ahora.
Esta hipotética corporación mantendría al PP como grupo mayoritario, aunque en la oposición, pero revolucionaría el reparto de votos en la izquierda. Y no solo eso. A dos años y medio de las elecciones se ha abierto la posibilidad de que el PSOE pueda dejar de ser la primera fuerza del campo progresista, lo que forzaría la pérdida de la alcaldía que Caballero ha logrado en los dos últimos mandatos. En AGE no echan las campanas al vuelo y ni siquiera se confirma en estos momentos que se mantendrá la coalición en las municipales del 2015, pero todos los indicios apuntan en esa dirección. Principalmente, el buen encaje inicial del grupo parlamentario en Santiago y sobre todo la seguridad de que juntos tienen garantizado un futuro prometedor.
El dato incontestable es que los 2.600 votos de Esquerda Unida en las autonómicas del 2009 se multiplicaron por 15, un incremento que EU cree que algún día «se estudiará en la Universidad», según el comentario que el diputado estatal José Luis Centella le hizo al coordinador vigués, Rubén Pérez. En otras palabras, lo ocurrido supone colocar en primer plano de la actualidad a una fuerza política que hasta ahora no superaba el listón de la irrelevancia en Vigo y en general en Galicia.
Sin duda, por ello la reacción de socialistas y nacionalistas ha sido muy medida. De entrada prefieren no comentar la situación y en la esfera local ignoran la labor de Esquerda Unida críticos con el gobierno de Caballero. Más que críticos, sus posiciones son claramente vitriólicas al considerar que no es de izquierdas y poner en tela de juicio su transparencia en asuntos cruciales como las contrataciones del plan de empleo, realizadas sin control pese a que se nutren de dinero público, o la gestión de las multas.
Ante una realidad incontestable como son los resultados de octubre, el alcalde se ha limitado a decir que «en 2015 pueden estar en la corporación o no», aludiendo a los sucesivos batacazos electorales de EU. Lo que Caballero calla es que los esquerdistas estuvieron a punto de entrar en el Concello en el 2011: su cifra de votos fue respetable, 6.508, un 4,53 % del total. De haber llegado al 5 % estarían dentro con dos ediles y supondrían un problema añadido para el gobierno socialista, porque ya han anunciado que no gobernarían juntos.
Por su parte, desde el BNG se pone el acento en lograr la reunificación nacionalista por la que apuesta el exportavoz Santiago Domínguez. Si se lograra EU quedaría de nuevo limitada a sus siglas y tendría mucho más difícil un progreso electoral.
Ante este panorama, Caballero es consciente de que quien pone en riesgo su sillón de alcalde a día de hoy no es el PP. Por el contrario, se llama AGE y esto ocurriría en el supuesto de que lograran un voto más que el PSOE.