Tristes victorias

VIGO

30 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La razón no llega. No sirve para nada. Da igual. Tener razón es lo de menos cuando se protesta. Argumentar es predicar en el desierto, porque los que mandan son unos mandones. Así nos lo han enseñado dos aparentes victorias: la paralización del proyecto del Gamonal y el frenazo a la privatización sanitaria de Madrid. ¿Tenían razón quienes se oponían a esos dos proyectos? Seguramente. ¿Les hicieron caso? ¡Nooooooo!

El alcalde de Burgos, aliado con los poderes fácticos locales, pasó de los ciudadanos. Diseñó un proyecto sin siquiera escuchar a un barrio. Solo cuando el Gamonal empezó a abrir telediarios nacionales, el alcalde se lo planteó, primero, y lo paró, después. Pero el salto a las portadas nacionales se produjo cuando los vecinos llevaban ya dos meses en la calle y solo al comenzar los disturbios callejeros, de los que la asociación vecinal se desmarcó. Esa fue la triste lección de Gamonal: el poder político hace caso solo cuando en la calle hay una batalla campal que abre portadas.

La privatización de los hospitales madrileños se ha frenado. Su presidente tiene a la vuelta de la esquina unas elecciones y todo apuntaba a que la Justicia le iba a dar con la privatización en las narices. Pero ojo, no porque esta mole o no mole, sino por irregularidades en su ejecución. Así que, tras meses de protestas y una huelga de cinco semanas, Ignacio González ni se planteó si tenía o no la razón. La triste lección de Madrid es que el poder político solo tiene miedo cuando están en juego sus intereses electorales.

No ganaron por tener razón, aunque la tuvieran, como no ganarán quienes protestan por el conchabeo del Concello con Aqualia para encarecer el agua, por los recortes en Vitrasa o por falta de ayudas a los necesitados. Tienen razón, pero no son matones. Y el poder, que sí lo es, ni les presta oídos ni les tiene miedo.

angel.paniagua@lavoz.es