Tiene guasa que un hombre que nunca se rebaja a dar explicaciones al populacho por aquello que hace y deshace, se dedique, ahora, a recorrer España para pedir confianza. Ese señor de Pontevedra que habla vía pantalla de plasma. Ese hombre que un sábado por la tarde envió a su ministro de Economía a decir que Europa rescataba a España y a negarlo, todo a la vez, mientras él cogía un avión a Polonia para fumarse un puro en un estadio de fútbol. Ese ciudadano normal y corriente que ayer prohibió al menos dos manifestaciones en Beiramar mientras él se subía a un estrado, porque más vale hablar que escuchar, sobre todo si se gobierna. Ese presidente cuya promesa fue extender el imperio del «sentido común». Pero ni esa.
Me escribió hace días. La carta que me mandó Mariano Rajoy arranca así:
«Estimado/a amigo/a
Antes de nada quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerte personalmente, todos los esfuerzos que estás realizando» [sí, la coma estaba ahí].
Y tiene guasa. Una guasa inquietante.
«Antes de nada» suena a amenaza aplazada.
«Esta oportunidad» es la oportunidad de dilapidar miles de euros en enviar cartas a domicilios para que las tiremos a la basura.
«Personalmente». ¿En serio personalmente? ¡Pero si ni siquiera sabe si soy estimado amigo o estimada amiga!
«Esfuerzos» me da la risa. Pero lo mejor es lo de «estás realizando». Porque parece que soy yo -o usted- el que se esfuerza por subir el IVA, dejar el despido a precio de saldo, destrozar la investigación y acabar con la sanidad universal. Realizamos todo eso: lo hacemos real. Somos los culpables.
Los que no nos quieren explicar lo que hacen, gastándose millones en pedirnos el voto, sobre promesas que no cumplirán. Eso es la campaña.
angel.paniagua@lavoz.es