«La Gay-Ega no gustó en el PP y me quedé en segunda línea»

jorge liboreiro VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Outerelo hace balance de su etapa política y de su álter ego nocturno

26 jul 2014 . Actualizado a las 11:45 h.

Mientras el millonario Bruce Wayne se transformaba por las noches en Batman, Alejandro Outerelo se convertía en La Gay-Ega de Prada, menos heroica pero mucho más disparatada. «Loca perdida, una petarda». Así define Outerelo a su álter ego nocturno, que tras más de un año en hibernación puede hacer su gran regreso a mediados de agosto con motivo del aniversario de Island Club. Pero antes de volver a calzarse sus tacones de la 42, Outerelo hace balance de lo que le ha aportado esa etapa de su vida. «No era un hobby, no me siento mujer, era un trabajo, solo lo hacía por la pasta», aclara.

A lo largo de la última década, Alejandro ha ido alternando su trabajo de animador nocturno con su vocación política. «Me metí en el PP con 16 años influido por tradición familiar». Desde entonces fue ascendiendo escalones hasta ocupar el puesto de vicepresidente de las Nuevas Generaciones del PP (NNGG) de Vigo. Colaboró con Corina Porro, hizo de oposición a Abel Caballero y viajó hasta el Parlamento Europeo de Bruselas, entre otras muchas actividades. En el lado negativo, recuerda con amargura «las diferencias internas dentro de NNGG» y todo la gente que estaba ahí «para buscar una foto y chupar del bote».

Paralelamente a su andanza política, Outerelo formó junto a sus amigos David Cores y Sergio López el grupo de las Sugababes Drags. «Nacimos hace cinco años. La noche de Vigo necesitaba gente viva y petarda». De esta manera, Alejandro Outerelo dio a luz a La Gay-Ega de Prada, David Cores a Nicole Doll y Sergio López a Elektra Glam. El trío de ases comenzó a animar locales como O.H.M., Alma, N, Tour de Loux y Etnias. «Sacarle unas sonrisas a la gente es un trabajo muy honrado y gratificante».

Un mundo irreal

Si por algo se caracterizaba La Gay-Ega era por sus estilismos vistosos y estrambóticos, planeados milimétricamente para ser el centro de atención: «Me llevaba una hora y media transformarme. Me tenía que afeitar, ponerme carne artificial sobre las cejas, lentillas de color, pestañas artificiales y maquillarme». Zara, Blanco, H&M, los bazares orientales y eBay proporcionaban los vestidos, los tacones y las pelucas. «Me llegué a gastar 600 euros en una peluca de pelo natural que luego acabé perdiendo», se lamenta Outerelo, que para completar su personaje cambiaba la voz, exageraba la gesticulación y se olvidaba de inhibiciones. «Ella siempre iba a su rollo. Era muy estirada a primera vista pero al conocerla era muy agradable. Al principio era una incomprendida pero acabó siendo la alegría de la ciudad». Pregunta obligada: ¿quién liga más: Alejandro o La Gay-Ega? «Ligo más como Álex, aunque como La Gay-Ega también pero es un mundo irreal. Yo siempre fui muy serio, esos rollitos nunca me fueron».

Desafortunadamente, no todo fue glamour y regodeo. La idea de La Gay-Ega, a pesar de ser un trabajo remunerado, no terminó de cuajar en el seno de Nuevas Generaciones. «Me quise presentar dos veces a presidente de NNGG: a nivel local y a nivel provincial. A algunos sectores del PP no les gustó lo de La Gay-Ega así que al final no me presenté y me quedé en segunda línea apoyando a una de mis mejores amigas», recuerda. «Lo más triste es que la gente de tu edad no lo acepte. A ciertas personas les interesaba crear un bulo, romper amistades y hacer que Alejandro presentara su dimisión por escrito». En el terreno sentimental tampoco lo tuvo fácil: «Lo pasé muy mal en varias ocasiones. Mucha gente no te quiere conocer porque por las noches te vistes como una loca».

Esperado regreso

Hace dos años que Alejandro no forma parte ni del PP ni de ningún otro partido político: «Por ahora no me planteo volver». Actualmente regenta el Mono Vintage Bar, en Hernán Cortés número 8, con una decoración peculiar que combina rosa con turquesa y leopardos de peluches con farolillos chinos. En sus ratos libres, rememora los tiempos pasados de La Gay-Ega con alegría y sin arrepentimiento mientras sus fans esperan que el Fénix, mejor dicho, la diva, renazca de sus cenizas.