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Una decena de obras repartidas por la ciudad demuestran que el «Bernardo Alfageme» no es la única iniciativa para homenajear a la gente del mar
15 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La polémica sobre la colocación del antiguo pesquero Bernardo Alfageme en la rotonda de Coia ha sembrado dudas sobre si realmente se quiere instalar porque la ciudad debe honrar a los marineros al carecer de monumentos que los recuerden, como asegura el alcalde. Sin embargo, Vigo está sembrada de esculturas que rinden homenaje a los hombres de la mar. La última de ellas fue inaugurada hace solo un par de meses con motivo del cincuenta aniversario de la Cooperativa de Armadores, en cuyo acto estuvo presente el alcalde vigués. Se trata de parte de una embarcación colocada en una rotonda del interior del puerto.
A escasos metros, ya fuera de las instalaciones portuarias (en Cánovas del Castillo) un monolito recuerda a los marineros de Vigo. Inaugurado en el 2006, en el acto estuvieron presentes la entonces alcaldesa, Corina Porro, y Abel Caballero, como presidente de la Autoridad Portuaria.
Más añeja es la escultura en piedra de la plaza de O Berbés conocida como El Pescador. Colocada hace sesenta años, es obra de Alfonso Vilar Lamelas y simboliza a los hombres de la mar a través de la figura de un marinero vestido con ropas de agua que sostiene un remo en la mano izquierda.
Otro testimonio de la tradición marinera de la ciudad es el Monumento al Trabajo, en plena Gran Vía, conocido popularmente como Los Rederos. En este caso la obra de Ramón Conde fue colocada en 1991, también como homenaje a los trabajadores del mar. Fruto de este mismo reconocimiento de los ciudadanos de Vigo es la obra existente en la playa de Ríos, en Teis, muy próximo a la antigua ETEA. Desde el 2009 una sencilla piedra simula la proa de un barco. Creada por Pedro Dobao, recuerda a los cuarenta vecinos que perdieron la vida en un naufragio.
En la plaza de Compostela el escultor Nogueira dejó dos testimonios: O Mariñeiro y O Tesouro do Mar, mientras que en el monte de O Castro, próxima a la zona baja de juegos infantiles, está su Peixeira.
Toda una muestra del reconocimiento de los vigueses a sus orígenes, completada con otras composiciones mitológicas como el Sireno.