La mujer que se encadenó en la Xunta consigue un trabajo

a.martínez vigo / la voz

VIGO

Un contrato en una pescadería permitirá mejorar su situación familiar

08 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Rebeca González Castro, la viguesa que el pasado 23 de enero se encadenó en las dependencias de la Xunta ante su dramática situación de falta de recursos, por fin ha encontrado un trabajo. Desde hace unos días cubre la baja laboral de la empleada de una pescadería en Coia.

No es una solución definitiva a la precariedad en la que viven, pero sí reconocía ayer que su nueva situación laboral supondrá un alivio muy importante para su economía y estabilidad emocional. El contrato que acaba de firmar le permitirá ver el futuro con más optimismo que hace unos días. La desesperación le llevó a ella y a su marido a emprender una protesta ante el edificio administrativo de la Xunta. Reclamaban con esta acción una mayor dotación de recursos para el pago de ayudas sociales a parados y desempleados de larga duración.

También lo hacían por una mayor agilidad para enfermos crónicos pendientes de operaciones. Su pareja, Miguel Cabaco Mirás, padece de obesidad mórbida y lleva mucho tiempo en lista de espera pendiente de una operación mientras se agrava su enfermedad.

No pudieron llegar a cerrar el candado aquel día, puesto que policías de paisano enseguida se echaron sobre ellos para evitar que consumaran su protesta. Pudieron dialogar para abandonar pacíficamente esta medida y aquel día fueron recibidos por la jefa territorial de Familia, que les indicó las vías que la administración les ofrece para poder solucionar su situación personal.

 

 

Ingresos insuficientes

 

Ellos han vivido en primera persona el problema de vivir con mucho menos que lo necesario, puesto que tenían que hacer frente a todos sus gastos diarios y al cuidado de sus hijos con una única prestación social que el pasado mes de octubre vieron rebajada de 622 a 293 euros mensuales. Unos ingresos que eran prácticamente inasumibles teniendo en cuenta además que residen en un piso de alquiler.

Haber conseguido un trabajo les permitirá tras la extinción del contrato que la consellería de Traballo lleve a cabo una revisión de su expediente y, si tuvieran que volver a tramitar una solicitud para percibir el Risga, poder llegar a cobrar un mayor cantidad. Aunque su objetivo es conseguir un trabajo estable para no tener que depender de ninguna ayuda. «Prefiero trabajar a tener que cobrar alguna ayuda», reconocía ayer Rebeca González, muy satisfecha con su nueva ocupación, puesto que ya tiene experiencia de haber trabajado en una pescadería con anterioridad. El futuro parece despejarse también para su marido, Miguel Cabaco, puesto que recientemente recibió una llamada del Sergas en el que le informan que está más cerca el día de su operación. Una farmacia se ha solidarizado con su problema y le facilita tratamientos gratuitamente.

Ambos han participado durante los últimos meses en diferentes movilizaciones para reclamar unas mayores atenciones hacia las personas más desfavorecidas en la ciudad. Permanecieron acampados ante el edificio de la Xunta y, posteriormente, en el Castro. Además participaron en la toma de una vivienda desocupada en la calle Hispanidad para convertirla en un centro social y, su último caballo de batalla, es formar parte de la oposición vecinal a la instalación del barco de Alfageme en la rotonda de Coia. A pesar de que su situación mejore temporalmente, Rebeca manifestó ayer que continuará comprometida con el activismo social para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que menos tienen.