El alcalde vigués ha desterrado de su lenguaje los ataques a la Xunta, quiere hablar con Feijoo sin exigencias previas y, con la Diputación al alcance de la mano, ignora a Rafael Louzán
31 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La victoria incontestable de Caballero en las urnas ha traído aparejado, siquiera momentáneamente, el fin del conflicto con la Xunta, una batalla política de la que ha salido victorioso el socialista. La tensión Vigo-Santiago, Concello-Xunta o, quizás mejor, Caballero-Feijoo, la resolvieron los vigueses otorgando una mayoría absoluta que no admite paños calientes.
Desde la noche electoral, el clima entre ambos contendientes pareció cambiar, impresión que una semana después se mantiene. A las 11 de la noche del 24M, Caballero se dirigía a 200 enfervorizados simpatizantes utilizando un tono moderado que provocó sorpresa. Sus apelaciones no fueron más allá de reclamar «humildad» tras un resultado contundente y su «respeto» a las otras fuerzas democráticas. Si acaso, se le deslizó un «Vigo votó por Vigo» que situaba a los demás partidos en otra galaxia.
A lo largo de su mandato, el perfil de defensa de la ciudad de los mensajes de Abel Caballero, ya alcalde trielecto, ha sido recurrente. La Xunta ignora a Vigo y le «niega» recursos que concentra en otras ciudades, fue la tesis central, pero ni mucho menos única. También los «ataques» a Peinador o el deseo de «controlar» la ciudad mediante la configuración del Área Metropolitana.
Ruptura real
Esta batalla contra el poder autonómico del PP (que no ocurría con el bipartito) provocó una ruptura real pero no declarada. Lo mismo pasó con a Diputación, a la que reprochaba también marginar a Vigo en detrimento de Pontevedra o la provincia.
Ese escenario se ha mantenido seis años y en apariencia concluyó el domingo. Posiblemente, el regidor vigués cree que ahora, con todo el poder en su manos, le interesa otra relación con la Xunta que le posibilite lograr inversiones, al estilo de la etapa de Francisco Vázquez en A Coruña.
Ya el lunes, Feijoo llamó a Caballero para felicitarlo y en la charla dejaron sentadas las bases para una reunión largamente acariciada por el alcalde. Desde la Xunta reconocieron de inmediato su interés por cambiar el clima de confrontación por otro de colaboración y el regidor se puso de perfil para facilitarlo.
El único recado que envió fue recomendar a la Xunta que «tome nota» del resultado electoral y que «cambie muchas cosas en su trato a la ciudad». A partir de aquí, cordialidad exquisita. Tanta que, en contra de lo que venía siendo habitual, Caballero no quiso desvelar los temas que quiere plantearle a Feijoo. «Por cortesía, debe ser él el primero en conocerlos». También aclaró que no enviará la solicitud de entrevista hasta que pase el 13 de junio «momento en el que dejaré de ser alcalde en funciones». Motivo: «Los gestos son importantes en democracia».
También los valora Feijoo, como exteriorizó el jueves en Vigo. Caprichos de la agenda, solo cuatro días después de las elecciones ambos coincidieron en Vigo en la entrega de los premios de Anfaco. En medio de una gran expectación mediática, se saludaron y el presidente felicitó a Caballero y a varios de sus concejales por los resultados electorales.
Horas antes, Feijoo señaló que su llamada al alcalde vigués tras su triunfo [y al nacionalista Lores en Pontevedra] era algo «lóxico». Aprovechó la coyuntura para aclarar que todavía aguarda un gesto similar de los grupos que perdieron las últimas autonómicas, que datan del 2012.
En este clima tan inusual, que posiblemente se mantendrá, acabó la primera semana postelecciones. Ni una gresca entre los grupos políticos locales y sobre todo entre el gobierno local y el autonómico. Caballero reconoció la importancia de abrir contactos con la Xunta y se cuidó de enviar recados a la Diputación por el intento de su presidente en funciones de pactar con el BNG para que Carmela Silva , número dos de Caballero, no sea la sustituta de Louzán. Antes del 24-M seguramente hubiera dicho otras cosas.