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El restaurante de Leo Caldas se traslada tras 32 años en O Areal

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

El restaurante el Puerto, ayer, repleto de gente, como acostumbra a estar habitualmente.
El restaurante el Puerto, ayer, repleto de gente, como acostumbra a estar habitualmente. M. moralejo< / span>

El bar Puerto cierra mañana sus puertas para abrir en julio en República Argentina

19 jun 2015 . Actualizado a las 00:13 h.

Cuando el inspector Leo Caldas vuelva a levantar la cabeza, no saldrá de su asombro. La primera sorpresa se la llevará al dirigirse al número 30 de O Areal, donde acostumbraba a ponerse morado. Y es que el bar Puerto (como humildemente reza sobre el toldo verde de toda la vida) echará mañana el cerrojo para trasladarse a unos 50 metros, en concreto, al número 15 de República Argentina. Antes, Silverio Riveiro y toda su familia se tomarán unas merecidas vacaciones. No muchas, porque la apertura del nuevo local está prevista para la primera o segunda semana de julio. De los 32 años en O Areal Silverio se queda con la clientela, a la que califica con un diez.

Pero Caldas, el personaje de la novela de Domingo Villar, puede estar tranquilo, el restaurante no solo mantendrá el nombre, sino también los productos con sabor a mar y la forma de trabajar. Es ese saber hacer discreto y natural, el que a lo largo de las tres décadas ha reunido en sus mesas a cientos y cientos trabajadores de los astilleros y transportistas del puerto. Ese mismo sabor atrajo a numerosos personajes del mundo de la cultura y a empresarios de diferentes sectores. Si por algo se ha caracterizado este local es precisamente por la mezcla de ambientes y la perfecta simbiosis ante las mejores lubinas de la ría.

«Lo llevaremos los mismos, tanto fuera como en los fogones. Solo cambia a nivel administrativo, que en vez de ser una persona, será una sociedad de hermanos», explica Riveiro. Sobre los motivos que les llevan a cambiar de local, añade que el edificio actual está muy viejo y dudan de que pase la inspección técnica, por lo cual, al estar de alquiler, prefieren invertir en un inmueble que ofrezca más garantías.

El nuevo establecimiento tendrá unas características similares, sin estridencias, sencillo, aunque será un poco más grande. La idea es que la clientela acuda, como siempre, a comer bien y a relajarse. En este caso puede ser que hasta Leo Caldas salga ganando. Algo que no le pasará cuando se tope con la puerta cerrada de la taberna de Eligio, el otro local fetiche. A no ser que Carlos, el propietario, lo incluya en ese pequeño grupo de amigos con los que tiene el gusto de tomar uno de sus mejores vinos. En ese caso, nada estaría perdido. El detective podría seguir husmeando, mientras saborea una de esas xoubiñas rebozadas que hacían las delicias de clientes y amigos.