
Concluye la demolición del histórico centro, donde la empresa Ballesol construirá una residencia para mayores tras lograr licencia antes de la anulación del Plan Xeral
02 ene 2016 . Actualizado a las 23:33 h.Cumpliendo los plazos previstos, una empresa especializada tiene casi concluida la demolición del antiguo colegio Cluny de la Gran Vía. Tras conseguir el visto bueno municipal para derribarlo, y después licencia para construir un geriátrico, la operación se inició a mediados de noviembre y estará completada en el plazo de un par de semanas.
Desaparece así un inmueble que fue referente educativo en el centro de la ciudad con la eliminación del edificio construido por Antonio Cominges en la década de los años veinte del siglo pasado. Es la primera baja de estas características en la ciudad, donde perviven los demás colegios existentes (Maristas, Salesianos, Jesuitas), con la única excepción de la Enseñanza, aunque en su caso se trasladó unos metros más arriba en su emplazamiento de la calle Ecuador tras vender unas décadas atrás el resto de la parcela.
En este caso, el calendario ha favorecido a la empresa Ballesol, que adquirió la parcela para construir una residencia de mayores. Previamente consultó a la Gerencia de Urbanismo para saber si la operación era viable. Sus cautelas eran explicables: hasta 2008 estaba calificada como dotacional educativa y el inmueble gozaba de protección.
En el Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM) que entró en vigor ese año desapareció el término educativo, lo que abría la puerta a otro tipo de construcción dotacional, y se dejó en manos de la comisión del PEEC (Plan Especial de Edificios a Conservar) el mantenimiento del inmueble. Sus integrantes se inclinaron por permitir el derribo al considerar que a estas alturas la huella de Cominges era mínima y que no tenía valor suficiente para exigir su pervivencia.
Ni colegio ni viviendas
Esta decisión dio vía libre a la operación urbanística, que incluyó la compra de la parcela por Ballesol a la Sareb (el conocido banco malo) y la obtención de licencia. En esto la nueva propiedad tuvo algo más que suerte. Consiguió el permiso municipal a principios de octubre y pocas semanas después, el 30 de noviembre, el Tribunal Supremo anulaba el PXOM del 2008, lo que ha devuelto la vigencia al plan de 1993. Aquel documento, hoy resucitado, contemplaba Cluny como dotacional educativo, lo que habría hecho imposible obtener la licencia.
Fue aquella una decisión muy polémica y debatida en la corporación de los primeros años 90, cuando se elaboró aquel planeamiento. El PP apostaba por permitir uso residencial, pero PSOE y BNG defendían que fuera exclusivamente escolar dada la escasez de colegios en el centro de la ciudad. En el 2008 se suavizó permitiendo otros usos dotacionales y en vísperas de la anulación se concedió la licencia.
Si los planes de Ballesol se cumplen, enseguida empezará la construcción del céntrico geriátrico de 110 plazas que quiere poner en servicio a mediados del 2017. Tendrá tres bloques de edificios, en esta parcela de 4.200 metros cuadrados, de entre 5 y 7 alturas, y el que tendrá fachada a la Gran Vía se retranqueará veinte metros para disponer de un jardín privado.
Escasa aceptación de la oferta de hacerse con tejas del edificio de manera gratuita
La empresa propietaria del Cluny decidió regalar las tejas que coronaban la techumbre del inmueble demolido para beneficiar a organizaciones sociales. Para ello, se puso en contacto con Cáritas, quien a su vez traspasó la cesión a los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres de Teis, a fin de facilitarles una posible vía de ingresos.
De esta forma, un palé con unos cientos de tejas fue trasladada a la sede de esta organización solidaria para que quien quisiera tener un recuerdo del antiguo colegio o bien utilizarlas para el belén o cubrir alguna pequeña construcción las retirara. A cambio, solo se le pedía un donativo a su criterio.
Los misioneros de Teis confirman, por boca del hermano José Luis, que solo cuatro personas se han acercado a retirar alguna teja, pero que siguen esperando posibles demandantes. «Quien se las lleva deja un sobre con su donativo, que desde luego les agradecemos, aunque no parece que la iniciativa haya tenido mucho eco», reconoce.
En previsión de que fuera así, la mayoría de las 6.000 tejas del edificio han sido guardadas por Ballesol en un almacén, por lo que si palé en poder de los misioneros se agota pedirán más.
Será este el único recuerdo que pervivirá de un edificio que durante 69 años albergó un colegio religioso. Durante la mayor parte de su historia solo para niñas y mixto a partir de 1987, y que desde el año 2000 se encuentra en la Carretera Provincial. La ley de educación del año 1992 dejó en evidencia que carecía de los requisitos exigidos y la congregación buscó otro emplazamiento.