El club Alejandro Gómez acumula medallas en campeonatos, aunque la comunión con los perros va más allá
13 feb 2017 . Actualizado a las 13:09 h.El atletismo de fondo fue el escenario en el que Alejandro Gómez se labró un nombre como deportista de élite. Su trayectoria está jalonada de títulos y entre sus recuerdos cuenta tres Olimpiadas. Sin embargo, fue en el canicrós donde encontró el consuelo cuando vivió sus peores momentos.
«Yo estoy aquí de rebote», proclama el deportista cuando se le pregunta cómo se adentró en el mundo del canicrós, en el que el club que lleva su nombre ya se ha forjado un currículo con un buen puñado de campeonatos en las vitrinas. Hace cinco años, tras el fallecimiento de su padre, Alejandro se sumió en el pozo. No encontraba salida hasta que un día los perros se cruzaron en su camino. «Entrenaba a un campeón de España de canicrós sin saberlo. Yo le hacía la planificación», recuerda, y él le abrió las puertas a ese mundo al tiempo que Roberto Lorenzo, otro especialista en la materia, le regalaba dos canes alaskanos, Gudari y Sol.
«Los perros venían de hacer enganche, de tiro, y tuve que hacer la transición de trabajar en equipo a individual. Fue muy fácil. Recuerdo que marché con Sol dos meses a entrenar y cuando volví probamos y le metí dos minutos a un campeón de España de la disciplina». Comenzó a participar en campeonatos, y desde entonces no ha parado. «Fue un hobby que me sacó del pozo y desde entonces se lo debo todo a los alaskanos», sentencia el deportista. Dio un giro a su club de atletismo para centrarlo en el canicrós, las modalidades de bikejoring y el mushing en general.
Una veintena de atletas de toda España forman hoy el club Alejandro Gómez Purina -«a mí no me gustaba que llevara mi nombre, pero se votó y así quedó»- y todos tienen algo en común: el amor por los perros. «A la gente le gusta mucho el ambiente de nuestro club, además les dejamos perros y muchos lo agradecen». El que fuera olímpico tiene hoy 18 canes con los que compite él y varios de sus compañeros, porque para él lo fundamental es que los animales disfruten compitiendo. Le da igual si llevan de la mano títulos y éxitos o si entran los últimos en meta. «Yo no busco campeones», zanja, aunque los resultados se empeñen en demostrar lo contrario.
Desde que comenzó a funcionar el club, los deportistas del Alejandro Gómez Purina se han prodigado en campeonatos autonómicos y nacionales y atesoran un buen puñado de trofeos. Pero no se quedan ahí. Intentan que su deporte llegue cada vez a más tejido social y para ello recurren a exhibiciones, charlas y todo tipo de eventos deportivos.
«Hace poco hicimos una exhibición en un gimnasio y acabaron saliendo 70 personas con sus perros, fue una maravilla», recuerda Alejandro, que hace hincapié en que ni la edad del atleta ni el tamaño del perro son impedimento para practicar la disciplina. Al contrario. «Yo siempre le digo a la gente que a los perros les encanta correr, que no duden en sacarlos, que lo van a disfrutar», pero también subraya que «es importante que antes de practicarlo se aconsejen con alguien que sabe, pueden preguntarnos en el club sin reparo, les animo a que vengan a practicarlo».
Los entrenos
En su club, Alejandro Gómez entrena y planifica. «Lo que más me llena es la planificación de los perros, una tarea en la que estamos teniendo buenos resultados y que personalmente es la que más me satisface». A la hora de preparar a los canes, el atleta piensa en los animales como individuos. «Cada perro tiene su ficha y hacen fuerza, fondo y entrenamientos de calidad».
Las sesiones que él denomina de «calidad» son las que hacen con el perro ya enganchado, ya sea corriendo, en bicicleta o en patines, y suelen repetirse dos días a la semana, aunque el trabajo global con los animales asciende a cinco días a la semana. Todo, encaminado a que atleta y animal se fundan en uno solo cuando salen a competir. Esa es la clave del éxito de los deportistas del Alejandro Gómez y la del propio atleta, que ha encontrado en el mundo canino su paraíso. «Soy feliz como un niño», zanja el deportista.