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Obras de la AP-9: banda sonora del centro de salud de Chapela

manu otero VIGO / LA VOZ

VIGO

MANU OTERO

Calor, agujeros y grafitis empeoran la imagen del ambulatorio

24 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Camiones, martillos neumáticos, excavadoras, gritos y pitidos componen la banda sonora del día a día del centro de salud de Chapela. Usuarios y sanitarios llevan meses aguantando el ruido de unas obras que están provocando serios trastornos en el ambulatorio. Para huir del alboroto y evitar la entrada de polvo al edificio, las ventanas suelen permanecer cerradas lo que provoca la subida de la temperatura en el interior de una instalación en la que el calor del verano era ya un grave problema antes de la llegada de los obreros.

Pero no es la única deficiencia que registra el centro médico redondelano. Toda la fachada está llena de grafitis, la valla que separa el recinto de la autopista está rota y el suelo del aparcamiento está lleno de agujeros. Por no mencionar que solo cuenta con una plaza para discapacitados que no cumple con la normativa. Al menos, en la calle hay otras dos que sí reúnen todos los requisitos.

«La parte trasera del centro de salud, que da a las consultas, es la más afectada por el ruido. Aunque los obreros solo están en momentos puntuales, hay que cerrar las ventanas para reducir el ruido», explican fuentes del personal administrativo del centro. Con los ventanales cerrados, «la poca ventilación que había se corta y hace bastante calor», reconoce la trabajadora.

El remedio para combatir las altas temperaturas lo encontraron los trabajadores en unos climatizadores portátiles que desplazan allá por donde el calor es más insoportable y cuyo tubo de ventilación asoma por las ventanas de la planta baja de la fachada principal aportando una baza más al amplio catálogo de muestras de feísmo que luce este centro de salud.

Las cuatro paredes del edificio están plagadas de pintadas. Algunas más elaboradas y otras de pésima factura. No se libran ni las puertas, ni las columnas de la entrada principal, ni siquiera las persianas. Y la situación empeora en la cara oculta del edificio. En la parte trasera, los grafiteros ya tienen por imposible el hallazgo de trozo de pared blanca, por lo que recurrieron a pintar sobre sus propios grafitis para empeorar, todavía más, la imagen del centro de salud.

Pero hay más defectos. Gran parte de la parcela está destinada a aparcamiento. Algo que los usuarios agradecen, pues encontrar una plaza libre en la carretera general es misión imposible en días laborables. Sin embargo, el suelo está lleno de trampas en forma de agujeros. El asfalto está agrietado y los bordes presentan profundos agujeros que exigen atención y buena vista a los usuarios para no acabar en el suelo o con un tobillo torcido. Y la única plaza para personas con movilidad reducida carece de los márgenes laterales y traseros obligatorios. Además, una alcantarilla de irregular superficie, es lo primero que se encuentra el conductor al abrir la puerta.