Esas cosas que comen en las pelis americanas

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Un vigués regenta la única tienda local especializada en alimentos icónicos de las series y el cine

23 oct 2017 . Actualizado a las 19:18 h.

Ahora que se acerca Halloween, a la tienda de Manuel Tapia también llegan muchas personas preguntando por dulces típicos de esta fiesta. No saben dónde se meten. El comerciante prefiere ser riguroso y fiel a la realidad antes que aumentar sus ventas a base de darle al público lo que pide. Él se rige por un guion, el de las películas y las series que crean más adición que el azúcar. Y sabe que en el país que nos devolvió la fiesta de Halloween (después de recibir el samaín de Europa y convertirla, como solo ellos saben hacer, en espectáculo) no se celebra igual. En cuanto a las chucherías, en Estados Unidos las hacen también adaptadas, pero no triunfan, como aquí, los ojos sanguinolentos, los dedos cortados o las vísceras de regaliz.

El vigués muestra un alucinante mapa en el que se pueden ver, estado por estado, un ránking por volumen de ventas, de los caramelos favoritos de los americanos en Halloween. «Por ejemplo, en California son los Life Savers; en Alaska, los Snickers; en Utah, los Nerds; en Nevada, los Jolly Rancher; en Florida, el Crunch; en Arizona, el Toblerone; y en Montana, el Kit Kat. «Algunos son desconocidos en España pero otros, tan comunes para ellos como para nosotros. En esta fiesta salen a hacer lo de truco o trato con lo que consumen habitualmente y la parte terrorífica la dejan para los disfraces», explica. Pero ya como experto en la materia, añade que sí hay un tipo de caramelo común para todos. Y por supuesto, lo tiene en su tienda: es el Candy Corn de la marca Jelly Belly, con forma de cono y franjas en blanco, amarillo y naranja, que se hace desde el siglo XIX.

Tapia se ha hecho un experto en el mundo de las chucherías más gochas de la galaxia. Nada que ver con su anterior etapa profesional, en el apartado comercial de la telefonía móvil. «No me motivaba. Buscaba algo distinto y buscando, di con esto. Al principio contacté con las franquicias del sector que tienen presencia en España, pero me pedían muchísimo más de lo que podía invertir y su nombre tampoco era tan conocido como para servir de aval», opina. Como el inglés no se le da mal, decidió contactar directamente con las empresas extranjeras que exportan esos productos. Así consiguió tener proveedores americanos y europeos que le proporcionan la misma mercancía que despacha en American Food House, la tienda ubicada en la planta baja del Centro Comercial A Laxe, que abrió en día que atracó el Queen Mary 2, en abril del 2013», recuerda. Manuel también tiene algunas referencias de México, Venezuela y Asia, que crece mucho en este ámbito, pero sobre todo, tiene cosas de Estados Unidos e Inglaterra. Algunas son ediciones increíbles, como galletas Oreo de tarta de queso, Prigle’s de pizza, Coca Cola de cereza o de vainilla.

Buena parte de ese catálogo lleno de colores imposibles se nutre de las películas y las series de televisión. Las grageas que Elliot, el niño de E.T., el extraterrestre, le lanzaba al alienígena para que saliese de su escondrijo eran Reeses’s pieces. Los cereales que desayunan en Dos hombres y medio. Los pastelitos Twinkie de la película Zombieland. La Butterfinger, chocolatina de crema de cacahuete que disfrutan por igual Bart y Hommer de Los Simpson. Los Nerds de Wonka inspirados en Charlie y la fábrica de chocolate. La cerveza Duff que se bebe este último, aunque al pasar de serie de animación al mundo real ha perdido el alcohol y se ha transformado en bebida energética, como la botella de Flying Cauldron, de Harry Potter, que según asegura, sabe a olor a horno donde se ha cocinado algo con mantequilla. Los marshmallows o malvaviscos (las nubes) que la chavalada asa en las hogueras.

Lo que vende en su tienda son productos de alimentación icónicos. Los compradores se dejan llevar muchas veces por la mitomanía y disfrutan de su posesión sin comerla ni beberla. A veces, preside el salón o entra en la caja de los tesoros.

Tapia apunta que también hay mucho de reto y de juego en algunas de las chucherías. «Hay veces que viene por modas en Internet y se trata de ser capaz de comerte algo más picante de lo que puedes soportar», asegura. El paraíso del mitómano se puede comer.

Me gusta

Los Reese’s, en cualquier variedad.

No me gusta

Las grageas de Harry Potter. «Las hacen tan bien, que las de sabores asquerosos son realmente asquerosas».