Los ralis para huir del hospital

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Las carreras fueron el ancla del piloto cuando sufrió una enfermedad neurológica

17 mar 2018 . Actualizado a las 14:09 h.

Al piloto de Salceda Jorge Pérez Oliveira le late fuerte el corazón. Quedan dos días para que el Campeonato Galego de Ralis arranque en A Coruña y le tarda el momento de volver a sentir la adrenalina que libera cada vez se pone al volante de su coche y encara una carrera. Para él no es solo una afición. Es una forma de entender la vida y un ancla a la que se aferró cuando el destino le puso en aprietos hace tres Navidades, cuando el día de la lotería su cerebro y sus extremidades vivieron su particular divorcio.

«Era finais de decembro do 2014. Comecei a notar unha sensación rara no corpo, sobre todo ao andar. Facía moito frío e non lle dei moita importancia. Miña nai púxome auga quente nos pés, fun durmir e parecíame que estaba mellor, pero ao día seguinte notei que me custaba camiñar e manter o equilibrio», recuerda Jorge con nitidez. Su médico le derivó rápidamente a urgencias y durante las siguientes horas le practicaron todo tipo de exámenes. Radiografías, una punción lumbar, un tac... Hasta que al filo de las diez de la noche, y tras descartar un maremágnum de posibilidades, a cual más aterradora, tuvo diagnóstico. «Dixéronme que tiña o síndrome de Guillain-Barré». A grandes trazos, se trata de un trastorno neurológico autoinmune en el que el sistema inmunitario ataca una parte del nervioso, lo que impide que los nervios envíen sus señales de forma eficaz. Los músculos dejan de responder a las órdenes del cerebro y el cuerpo se va insensibilizando y paralizando.

Cuando Jorge puso nombre a su dolencia «xa non tiña equilibrio nin era capaz de camiñar, porque non percibía os pés. Tiña forza, pero non movemento». Le explicaron la situación: probarían con una agresiva medicación y si no funcionaba habría que buscar alternativas. «É unha enfermidade que hai que atacar rápido. Eu, dentro do que cabe, tiven sorte porque me comezou polos pés e diagnosticáronma axiña».

Esa noche le dieron la primera dosis del tratamiento, y mientras lo hacían, Jorge le daba vueltas a la situación. «O que me daba voltas na cabeza era que tiña que recuperarme para seguir correndo. Era no que pensaba. Dicíame: ‘É que se non podo mover os pés, ¿como vou conducir?. ¡Teño que poñerme ben!’. Non pensaba que igual non podía volver a camiñar. Supoño que era un xeito de alonxarme do que pasaba».

Cada familiar o amigo que entraba en su habitación lo veía tranquilo y sereno. Con ganas de bromear, incluso. Y por si las energías le flaqueaban, el mundo de los ralis comenzó a movilizarse. Llamadas, mensajes y un hervidero de ánimos en redes sociales. Se aferró a su gente y a la de los ralis y fue pasando las horas en el hospital hasta que al quinto día vio el primer rayo de luz. «Sen darme conta comecei a mover un dedo, e logo outro. Eu miraba para o dedo e conseguía que se movese», describe. La medicación funcionaba.

Trabajo en casa

Jorge recibió el alta médica y se fue a casa. Atrás quedaban los tímidos paseos por el hospital apoyado en sus familiares, los pasos imprecisos como los que da un niño cuando comienza a caminar y la incertidumbre. También los momentos de agobio. «Lembro que cando me fixeron unha resonancia e me meteron dentro do tubo dábame agobio. Tiven que saír para fóra, pero se me durmían tiña que quedar ingresado máis días. Entón dixen, ‘Ala, para dentro’. Relaxeime e pensei nun tramo de rali, en tal zona, en tal saída, en aquel camiño... As carreiras axudáronme moito».

El piloto de Salceda tuvo que esforzarse para recuperarse del todo. «Daba pasos curtos e lentos, pero facíao. Poñerme de puntillas era case imposible, así que estiven quince días indo á piscina para facer só iso. Púxenlle moito interese. A actitude fai moito». Y él la tenía. En poco más de un mes pudo coger de nuevo el volante y en abril estaba tomando curvas en el Rali do Cocido.

«Tiven sorte, moita sorte. Unha enfermeira díxome que aquel 22 de decembro me tocara a lotaría e tiña razón». Jorge superó la pesadilla y en su cuerpo no quedó ni rastro de secuelas. «A min atalláronme a enfermidade a tempo, pero pasar por iso fixo que me replantexase a miña escala de valores». Si antes los ralis eran su pasión, ahora lo son más si cabe. En los momentos duros le sostuvieron.