En unos meses, conmemoraremos el 40 aniversario de una revolución, el movimiento Pases pro bus, que se tradujo en dramáticos disturbios callejeros. Con el pretexto de reclamar un transporte público más económico, explotaba una juventud que, en 1980, se sentía desplazada en una democracia que no terminaba de arrancar. Como prueba, al año siguiente hubo un golpe de Estado.
Aquella revuelta no fue menor. Los estudiantes de media ciudad salieron a la calle y, en los disturbios, fue destrozada más de la mitad de la flota de Vitrasa. De sus 119 autocares, 56 fueron destruidos en apenas seis meses. Si algunos se salvaron fue porque cada día viajaban escoltados por furgonetas policiales.
Las protestas se iniciaron en septiembre de 1980, con asambleas en los institutos Santa Irene, Coia 2 y Coia 4. Se constituyó una Coordinadora Aberta de Estudantes que canalizó las quejas.
En octubre, las asambleas se extendieron a Maestría y a los institutos de Teis y O Calvario. Aparecieron por toda la ciudad pintadas con el lema Pases pro bus. Y el 27 de noviembre de 1980, Vigo tuvo aires de intifada o de revuelta en el Ulster, con 30 autobuses destrozados o incendiados. El gobernador civil trajo desde Zamora a 100 antidisturbios que se emplearon a fondo contra los estudiantes en los meses sucesivos. Y la revuelta se diluyó en 1981, rematado el curso.
Este viernes tendremos ocasión de recordarlo. Porque volverá a circular por Vigo el Cometa, uno de los pocos vitrasas que se salvaron de una revuelta que pronto cumplirá 40 años.