
El saltador de pértiga del Celta, licenciado en Bellas Artes, gana premios como muralista y ejerce de tatuador
21 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.¿Un deportista-artista o un artista-deportista? «Un cabezón, porque el nivel que tengo en las tres disciplinas lo he conseguido con esfuerzo y trabajo porque nunca estoy contento con lo que hago». La frase lleva la firma de Miguel Cajaraville, saltador de pértiga del Celta Atletismo, con una mejor marca de 4,82 metros, y licenciado en Bellas Artes que se gana la vida como muralista y tatuador. Sus tres pasiones.
Miguel Aurelio Cajaraville Mosquera (Baiona, 1995) comenzó con el atletismo a los cuatro años y tras una década pasando por todas las disciplinas decidió quedarse con la pértiga. «Fui probando un poco de todo. Siempre hacíamos cros y después combinadas y llegó un momento que probé la pértiga y me acabé quedando porque es una disciplina un poco distinta, diría que la más distinta del atletismo, interviene acrobacia y agilidad y es algo que me llama mucho la atención», comenta. Juanpe Calvo fue su primer entrenador y en la actualidad sigue los consejos de David Gómez. Superar los 4,82 metros actuales es el objetivo a conseguir porque el pertiguista se ve «para saltar más». Renaud Lavillenie, el francés plusmarquista mundial (6,16 metros) es su referencia.
Su crecimiento deportivo no estuvo reñido con el académico y en julio del 2018 finalizó sus estudios de Bellas Artes. Su afición y sus dotes por el dibujo ya venían de atrás. «Desde pequeño me gusta dibujar, empecé a hacer skate y conocí a una persona que estaba metida en el mundo del graffiti y como dibujaba me llamó bastante la atención y desde ahí seguí poco a poco», explica sobre su puerta de entrada al mundo del muralismo. «El primer mural lo hice en mi casa para probar. Eran unas letras puras y duras», más tarde experimentó en algún muro de su Baiona natal y ahora ya ejerce de muralista en Vigo y en otros lugares. «Me gusta lo que hago y los murales que se promueven en Vigo y en otras ciudades».

Cajaraville ganó como muralista el certamen Xuventude Crea 2019 con su obra Cor de Corral después de dos terceros puestos y más que el reconocimiento en sí, se queda con su aprendizaje: «Me dan un poco igual los premios porque estas cosas no son muy objetivas y al gusto de cada uno, pero sí que noto que año a año he ido mejorando y en estas cosas se ve».
Y como murales y tatuajes son mundos conectados -«van de la mano»- también acabó pintando en la piel. Para comenzar, en la de su compañero de equipo Fernando Rábade, un saltador de longitud al que le estampó una zapatilla Jordan en el 2017. No fue su única obra relacionada con el deporte, también recuerda haber pintado un Usain Bolt y un jugador de kayak polo entre otros. El último, un escudo del club de atletismo al fondista Gonzalo Banconcelo.
Tantos frentes abiertos, dos para ganarse la vida y el tercero para mantener viva su pasión por el atletismo, le llevan a estructurar de un modo metódico cada jornada de trabajo. «Acabé la carrera y llevo año y medio intentando trabajar de lo que me gusta y me he dado cuenta de que esto va por etapas. Por ejemplo, en verano lo de los tatuajes se lleva menos por el sol, por la playa y por el cuidado que necesitan y hay mejor tiempo para pintar y en invierno es al contrario», dice. Este conocimiento de los gustos en función de las estaciones no varía su hoja de ruta: «Por la mañana y hasta media tarde estoy dibujando y haciendo los bocetos y por la tarde noche (si la falta de luz no lo impide) entreno». En total, ocupado de sol a sol.
Confiesa que en medio de tanto frenesí, y después de siete horas de pie pintando un mural, a veces se hace duro entrenar «pero solo pensar en ir a pasarlo bien con mis amigos ya me entran las ganas de entrenar». Las mismas ganas que tiene para seguir en el tiempo compatibilizando sus dos pasiones al margen del deporte: «Me falta mucho camino que recorrer en los dos ámbitos, pienso que mucho más en los tatuajes porque todo lo que hago es prácticamente autodidacta, pero no me gustaría trabajar solo en una o en la otra, me gustan las dos y no me gustaría encasillarme». Un deportista único y diferente.