El compositor goianés Andrés Álvarez se inspiró en un libro de la viguesa Ledicia Costas
31 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Son muchos los compositores que, al contrario de lo que cabría esperar, han confesado su incapacidad para ampliar el repertorio durante el período de confinamiento. No es el caso del músico tomiñés Andrés Álvarez, quien logró terminar una obra para su tierra y avanzó en otra ya iniciada para Portugal. «El trabajo de compositor varía poco de la situación excepcional provocada por la pandemia del coronavirus a la habitual porque trabajamos confinados en el estudio. Yo sí que aproveché para adelantar un montón de trabajo, terminé una obra para la banda de Chapela conmemorativa del 25 aniversario y basada en el libro A balada dos unicornios, de la escritora viguesa Ledicia Costas», explica. Es la segunda vez que compone inspirándose en sus libros. En la anterior eligió Escarlatina, a cociñeira defunta. El músico dirige la banda de Chapela desde hace cinco años, un lujo para la formación teniendo en cuenta su reconocimiento internacional como el que logró en Hollywood con la pieza musical Symphonic Sketches.
Con motivo de la pandemia la formación redondelana se vio obligada a parar y ahora estudia cuándo y de qué forma se producirá el regreso. La idea era estrenar la nueva obra en octubre o noviembre, algo que está en el aire y que se programará en función de las circunstancias.
El compositor no oculta la incertidumbre existente en el sector. Guardar dos metros de distancia entre un músico y otro impediría ofrecer conciertos en auditorios y podría obligar a ir poco a poco, a incorporarse en grupos pequeños.
La otra obra en la que se ha centrado es un encargo para final de año de una banda portuguesa. El nombre no se puede desvelar por tratarse de una sorpresa, será un regalo del director con motivo del 180 aniversario de la formación. Una de las diferencias entre las bandas gallegas y las del país vecino es precisamente la longevidad. Mientras que las lusas se mantienen en el tiempo y son numerosas las que celebran el centenario, en Galicia lo habitual es que cumplan 20 o 30 años.
Entre los últimos trabajos de Andrés Álvarez figura el de orquestador en la banda sonora de la película de dibujos animados La Gallina Turuleta, del compositor coruñés Sergio Moure. Su misión consistió en orquestarla y prepararla para grabar con la Orquesta Sinfónica de Macedonia.
El hecho de residir en la parroquia tomiñesa de Goián no supone un impedimento para su carrera. «Ayuda si estás en el centro del meollo más que nada en lo que se refiere a programación cultural y contactos, pero a día de hoy, con las tecnologías, no hay tanta diferencia como hace 50 años. Compones y lo envías por PDF a una orquesta o haces una videollamada con un director. A veces, en casos puntuales con motivo de algún proyecto, he tenido que viajar a Madrid, Valencia...».
La ventaja de residir a menos de un kilómetro de Portugal le permite dar clases de Armonía, Orquestación y Análisis en la Academia Europea de Dirección de Banda, una institución de ese país que organiza encuentros mensuales itinerantes. Aunque buena parte de ellos tienen lugar en Oporto, también se han celebrado en localidades de la orilla gallega como O Rosal y Goián (Tomiño). La pandemia obligó a parar durante dos meses y en la actualidad ha retomado la actividad on line en las mañanas de los sábados.
Buena muestra de la actividad imparable de Andrés Álvarez es su colaboración actual con el trompetista vigués Rubén Simeó en los arreglos y preparación de la música para el repertorio de los conciertos del próximo año. También colabora con el pianista extremeño Antonio Luis Suárez en la preparación de un espectáculo con vistas a la siguiente temporada.
A la hora de valorar su medio centenar de composiciones, entre música de cámara, para banda y coro, dice sentirse orgulloso de todas. «Sí que cuando pasa el tiempo y las escuchas, piensas que igual no las volverías a hacer así o que cambiarías algo, sobre todo en las primeras, que muchas veces, aunque parezcan sencillas, igual fueron más complicadas de hacer; el aprendizaje te lleva por otro camino u otro lenguaje». En su caso, puede permitirse vivir de la música al dirigir una banda y dar clases, pero reconoce que vivir solo de componer es difícil.