José Luis Thenier desarrolló un sistema para predecir la evolución de esta deformidad arterial y ya se ha empezado a aplicar
15 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Una tesis realizada por un neurocirujano del Hospital Álvaro Cunqueiro ha permitido desarrollar un método para predecir cuándo se podrá romper un aneurisma intracraneal y, así, decidir si se opera o no. Un aneurisma es una deformación en un vaso sanguíneo, en el que se genera una especie de globo, que puede romperse. Una rotura puede ser mortal. En los últimos diez años, en el Complejo Hospitalario Universitario de Vigo se ha tratado a 652 pacientes con este problema y el neurocirujano José Luis Thenier analizó 96 casos a través de herramientas de ingeniería.
«El tratamiento tiene riesgos y la mayoría de los aneurismas no se rompen, pero es difícil predecir cuáles sí lo harán. Por eso hay que poner en la balanza los riesgos del tratamiento y el riesgo natural del aneurisma», explica el doctor Thenier, que obtuvo el sobresaliente cum laude por su tesis doctoral, fruto de la colaboración del hospital con la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Vigo.
Se sabe que hay factores que condicionan la evolución del aneurisma, como la edad, su forma o algunas enfermedades que tenga el paciente. El consumo de tabaco y la hipertensión arterial son los factores de mayor riesgo. «Pero la geometría es algo muy poco estudiado», explica el neurocirujano. Eso es lo que analizó él y, además, desarrolló simulaciones para comprobar en cada paciente cómo era el flujo de la sangre -la hemodinámica-.
Para ello se hicieron reconstrucciones digitales en tres dimensiones de cada caso a partir de imágenes radiológicas y con modelos matemáticos se simularon varios escenarios para recrear el paso de la sangre por las arterias y, con ello, analizar cómo iba a evolucionar. Esos escenarios fueron la existencia de varios aneurismas en el mismo enfermo, los efectos de la sincronía de las pulsaciones y los derivados del tratamiento de la hidrocefalia.
El tratamiento del aneurisma consiste en la colocación de un stent, un muelle que rellena el abombamiento del vaso sanguíneo y evita que la sangre golpee en la pared arterial, para que no se rompa. En el caso de los que están ubicados en la cabeza, esto se puede hacer por radiología intervencionista (a través de un pinchazo en la ingle se conduce un catéter hasta la zona afectada) o por neurocirugía (una operación para acceder a la deformidad desde el propio cráneo). Depende del caso, pero son tratamientos de alto riesgo.
Aplicándolo
«Ya estamos encontrando la manera de aplicarlo de manera prospectiva y lo hemos hecho así en algún caso», dice Thenier. Esto tiene un gran valor, ya que el estudio no se hace a posteriori, sino que permite decidir cómo tratar a cada enfermo antes de que tenga complicaciones y si compensa someterlo a una peligrosa intervención o no merece la pena. «Es un buen soporte» para tomar esas decisiones, dice el médico, tanto para los pacientes que llegan al hospital a urgencias porque han sufrido complicaciones como para los que atienden en las consultas externas del hospital. Lo ideal sería hacer este tipo de simulaciones para todos los casos, de manera que la decisión de intervenir o no contemple todos los escenarios posibles.
Su trabajo de análisis duró tres años. Cree que ahora puede suponer «un cambio en la práctica clínica». Estos trabajos se han publicado en World Neurosurgery, la revista oficial de la federación internacional de sociedades científicas de esta especialidad.