Ya casi ninguna pareja pide a la Iglesia la nulidad matrimonial

María Jesús Fuente Decimavilla
maría j. fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

ANGEL MANSO

Solo once obtuvieron la anulación del Tribunal Eclesiástico en el 2020

21 mar 2021 . Actualizado a las 01:45 h.

Las anulaciones matrimoniales por la Iglesia se han desplomado y no precisamente porque no se concedan, sino porque apenas se presentan solicitudes para llevar a cabo este trámite. El pasado año el Tribunal Eclesiástico de la diócesis de Tui-Vigo concedió once nulidades, la cifra más baja de la última década con la del 2013 y casi la mitad de las otorgadas en el 2016. Las mas elevadas se remontan ya al 2005 con 32 y al 1999, con 56.

El presidente del Tribunal Eclesiástico, Juan Carlos Sendón, cree que el descenso no guarda relación exclusiva con la pandemia, sino que se debe a una tendencia de los últimos años y a una serie de factores como el hecho de que a los divorciados, sean o no católicos, les interese casarse por la Iglesia. «Creo que es evidente que las solicitudes van descendiendo porque la gente no tiene interés en que la Iglesia intervenga en los divorcios», indica.

Unas veces puede ocurrir que parejas que se han casado por la Iglesia, si lo hacen una segunda vez, acudan solo al juzgado. También se da el caso de personas que desconocen que se pueden volver a casar por la Iglesia, no se dan cuenta de que existe la nulidad matrimonial. «Es una sangría constante de gente que no acude, mientras siguen los divorcios. Lo mismo pasa con los matrimonios, la gente no se casa. Si antes había veinte bodas en una parroquia, ahora hay una», observa Sendón.

En su opinión, es palpable la situación actual de «la sociedad de baja temperatura religiosa y decadencia», lo que se traduce en un descenso de la fe, menos fieles en misa y menos confesiones.

Al contrario de lo que cabría pensar, la pandemia ha alejado más a la gente. «En general muchas personas dejaron de venir, están asustadas y preocupadas, muchas son mayores o tienen alguna enfermedad y ven la misa por la televisión, algunos sacerdotes notan algo más, pero es minoritario; seguimos igual o peor que antes de la pandemia», opina personalmente. Al acudir menos gente también baja el apoyo económico, lo que les pone en una situación delicada.

Entre los motivos que llevan a un matrimonio a pedir la nulidad figura la falta de madurez al casarse, la mayoría de las veces por ser los contrayentes muy jóvenes y por la incapacidad para afrontar las obligaciones. «Se han dado casos en los que han durado solo un año casados. A él le gustaba mucho la vida nocturna y la mujer estaba desesperada, eran muy jóvenes y se dejaron llevar». También hay casos de más edad, de unos 60 años, que se llevaron mal toda la vida, aguantaron por los hijos y al final decidieron reajustar la situación. Entre los más mayores es extraño que se registren solicitudes de anulaciones, aunque hace años se dio el caso de un abuelo de edad avanzada que pidió la disolución.

«No se le niega a nadie por falta de medios»

Resolver un expediente de nulidad matrimonial suele llevar un año y medio, aunque podría prolongarse hasta dos años. En la actualidad el presidente del Tribunal Eclesiástico tiene que compartir esta misión con la atención de varias parroquias ante la falta de sacerdotes, lo que le resta tiempo y prolonga el proceso.

Existe la posibilidad de recurrir al llamado proceso breve, que se resuelve en tres o cuatro meses. Requiere el total acuerdo del matrimonio, algo que no es fácil ya que siempre surgen detalles que impiden la unanimidad.

«Los matrimonios de un año podrían ir por la vía breve, pero si alguna de las partes se opone a algo, prefieren ir por el proceso ordinario con todas las garantías», apunta Juan Carlos Sendón.

«Lo habitual es que si uno solicita la nulidad por la vía ordinaria el otro no se oponga, puede haber disparidad de criterios, pero reconocer que el matrimonio es un desastre», dice.

El coste de la tramitación es de 1.500 euros siempre que los solicitantes puedan afrontar esa cifra. «Si no disponen de medios existe el patrocinio gratuito y reducción de tasas. No se le niega a nadie la nulidad por falta de medios, hay personas que no pueden pero, lógicamente, pedimos documentación que lo justifique.

Los pocos casos que se deniegan tienen que ver con la escasez de pruebas que justifiquen la petición. Siempre queda la posibilidad de recurrir en segunda instancia a Santiago.