La alpinista viguesa se convirtió en mayo de 1999 en la tercera mujer en todo el mundo en alcanzar la cumbre del Everest sin portar bombonas de oxígeno
26 may 2021 . Actualizado a las 00:29 h.El 26 de mayo de 1999, Chus Lago estuvo durante veinte minutos con el mundo a sus pies. Hasta la cima del Everest llevó la alpinista viguesa aquel día las banderas de Vigo y Galicia, así como los distintivos de sus patrocinadores, entre ellos, el Grupo Voz. No fue un ascenso cualquiera. La montañera escaló el pico más alto del mundo (8.848 metros) sin botellas de oxígeno.
No le fue sencillo vivir aquellos veinte minutos tan cerca del cielo. Atrás quedaron cuatro días de duro ascenso y cinco noches a más de 8.000 metros, aunque lo peor lo vivió en el camino de vuelta. Un súbito cambio de tiempo obligó a la viguesa y a Sandu, el sherpa que la acompañaba, a bajar de un tirón hasta la base situada a 6.400 metros. En el tercer campo de altura, a 8.300 metros, los dos alpinistas sintieron que iban a morir y solo su fortaleza física y mental les permitió llegar, exhaustos, al campamento base avanzado, tras descender durante 24 horas seguidas en unas condiciones meteorológicas extremas y tras cruzarse con varios cadáveres.
«Subes sola, vas apartando cadáveres, héroes que cayeron en el intento, pero que se conservan casi humanos para recordarte el esfuerzo. Los vivos, los que siguen luchando, te invitan constantemente a retirarte, porque no vas a llegar; olvídalo, es una locura., te dicen. Subes temblando, la tiritona se acelera por la falta de oxígeno, es durísimo, pero una vez arriba, solo puedes mirar el paisaje y llorar; llorar de emoción, llorar de dolor, llorar de temor, de frío... por todo», declaraba a la cadena Radio Voz desde su teléfono vía satélite cuando ya se encontraba a salvo en el campamento base. Durante aquella entrevista en caliente, la montañera también aseguró que lo peor fue la bajada. «Estás demasiado débil, apenas tienes fuerzas y, para colmo, aparecen las nubes. Sandu me dice aquí nos morimos. Por mi mente pasaba una sola cosa: la próxima en caer soy yo. Dormí sentada, tenía síntomas de claustrofobia, palpitaciones y agotamiento. Sentía una angustia horrible. Al bajar no andaba, me arrastraba», señalaba la viguesa.
Aquel día, Chus Lago, en su tercer intento, se convertía en la tercera mujer de todo el mundo en lograr pisar el techo terráqueo sin oxígeno y poder contarlo. El primer intento español al Everest tuvo lugar en 1974. Se trataba de la expedición vasca Tximist, pero habría que esperar hasta el 4 de mayo de 1979 para que el vasco Martín Zabaleta consiguiese la primera ascensión española junto al sherpa Temba. En mayo de 1996, el porriñés Jesús Martínez Novas también se convertía en el primer gallego en hacer cumbre sin utilizar bombonas de oxígeno
Ya más tranquila, días después, pero aún en tierras de Nepal, Chus Lago desvelaba algunas anécdotas de aquella gesta. «Te vas a reír _decía en otra entrevista telefónica para Radio Voz_ pero lo que mejor me va en esos casos es la música de los Gipsy Kings, voy con los auriculares puestos a todas partes. También oigo bastante a Phil Collins», decía Chus Lago para referirse a uno de sus métodos de autocontrol en situaciones duras de montaña. También explicaba su dieta fundamental en el campo base. «Aquí todos toman sopa, para estar caliente, pero yo la odio de toda la vida. Siempre le pido al cocinero que me prepare un poco de arroz blanco con huevos cocidos que luego recaliento con agua», señalaba la valiente montañera. Reconocía entonces que no volvería a subir un ocho mil, aunque dejaba la puerta abierta a otras aventuras, como después hizo.
El 9 de junio de 1999, Chus Lago aterrizaba en Peinador, donde era esperada por una multitud de amigos y familiares. «Chus Lago coronó el Everest sin oxígeno: Eres única», se podía leer en las camisetas que portaban un grupo de alumnas del gimnasio municipal del Carmen, donde la alpinista daba clases. Curiosamente, el día anterior en Madrid, Lago sufrió una afección en el estómago «quizás debido a una intoxicación por el agua que bebí en Karachi».
La directiva del Club Montañeros Celtas, al que pertenecía Chus Lago, acordaba por unanimidad concederle el rango de socia de honor. Un directivo del club aseguraba que «lo de Chus Lago es la mayor hazaña de la historia del alpinismo gallego».
Pero es que la montañera viguesa todavía escribiría otras páginas de leyenda en los años posteriores a su ascenso al Everest. En el 2004 se embarcó en un reto de leyenda, subir a las cinco cimas más altas de la extinta Unión Soviética para conseguir el honorífico título de Leopardo de las Nieves. Los picos Lenin, Khan, Tengri, Poveda, Kirgenesvskaya y Somoni se pusieron también entonces a sus pies.
En el Polo Sur
Sin embargo, la gesta más grande lograda por Chus Lago en su relación con la naturaleza aconteció en el año 2009. El reto fue entonces alcanzar andando el Polo Sur. Lo hizo en solitario, tirando de un trineo de 130 kilogramos de peso durante 59 días y en unas condiciones meteorológicas extraordinarias. «¡Que ya llegué! ¡Llegué! ¡Llegué!», le dijo, a través de su teléfono, a una periodista de La Voz de Galicia para dar cuenta del éxito de su misión.
Hoy en día, Chus Lago vive en Houston, Estados Unidos. Allí ha tenido recientemente su primer hijo, Solomon. «Va a ser complicado compaginar la maternidad con el alpinismo, al menos a ese nivel», decía en una entrevista con La Voz de Galicia realizada el pasado mes de octubre. «Es posible que en algún momento lo necesite, aunque ahora me digo: ‘Pero, ¿a dónde más quieres ir?'», señalaba con razón la heroica deportista.