La ciudad carece de una red de islas de frío pero las bibliotecas, ambulatorios, buses o centros comerciales sirven para refrescarse en los días en que se dispara el termómetro
19 jul 2021 . Actualizado a las 21:57 h.«Aquí, un día estamos a 38 grados y, al siguiente, te mueres de frío», exagera un turista que pasea por Vigo, quejándose de la montaña rusa del clima en julio. Es el típico verano gallego de toda la vida: un día pega el sol y, al otro, la niebla cubre la ría. Pero varias jornadas del año son abrasadoras. La semana pasada, el termómetro se disparó a 34 grados en Vigo y, para agosto, se prevé más calor. ¿Está la ciudad preparada para brindar refugios climáticos si suben más las temperaturas?
Los golpes extremos de calor por el calentamiento global y el cambio climático han obligado a ciudades europeas, como París o Barcelona, a habilitar decenas de refugios climáticos para proteger a los más vulnerables de las olas de calor que rebasan los 40 grados. Las islas de frío que están preparando otras ciudades consisten en abrir al público las 24 horas, en días de temperaturas excesivas, colegios, ambulatorios, bibliotecas, polideportivos, sedes municipales, fuentes o centros comerciales. Sus vestíbulos cuentan con refrigeración y aire acondicionado, lo que supone un alivio para los peatones que se derriten por las aceras.
En Francia, tras una alta mortandad por una ola de calor en el 2003, el Gobierno obligó por ley a las residencias de ancianos a abrir una sala de frío para que los internos pasen frescos el día. También habilitó para los turistas un estanque gigante al pie de la torre Eiffel que lanza chorros de agua y crea nubes de vaporización. Y en el 2019, Barcelona montó una red de 162 refugios climáticos para tener lugares de fácil acceso donde los ciudadanos puedan soportar los 22 días más calurosos del año.
La ciudad de Vigo carece de esa red de refugios pero la mayoría de los edificios públicos abren por la mañana y cuentan con aire acondicionado. Sin embargo, debido al covid, el acceso está restringido en muchos de ellos.
Un periodista de La Voz tomó la temperatura de estos locales públicos con un termómetro digital y la medición desveló que reducen, de media, entre 5 o 6 grados la temperatura respecto al exterior. El termómetro marcaba de 32 a 34 grados en la calle pero el vestíbulo de los edificios públicos rondaba los 26 y 28, del 20 al 25 % menos de calor.
En un control realizado en la Biblioteca Juan Compañel (Central), la temperatura media fue de 26,7 grados (5 menos que en el exterior). Este edificio del Casco Vello dispone de un aparato de aire acondicionado en el vestíbulo. Las salas de lectura se ventilan abriendo sus grandes ventanales, lo que genera corrientes. Pero, en verano, cierra por la tarde.
La lonja del Concello es otro refugio fresco. El vestíbulo de la casa consistorial dispone de grandes aparatos de aire acondicionado y sus brisas mueven las hojas de las palmeras que dan sombra a los usuarios que esperan cola ante la ventanilla. La sensación térmica en el hall es de frescor. La medición de temperatura se tomó en el umbral de la puerta principal porque la Policía Local impide el paso sin cita previa, por el covid. En tres minutos, el termómetro redujo en más de un grado los 32 de la calle.
Los ambulatorios son otro buen refugio climático. La prueba se realizó en un céntrico punto de atención que cuenta con aire acondicionado regulado remotamente por el Sergas. Una vez dentro, de los 32 grados en la calle se bajó a 28,4 en apenas un par de minutos. Los ciudadanos pueden entrar libremente.
Y, si no funcionan estos refugios, siempre queda irse a darse un chapuzón en Samil.
Tres grados menos en el Vitrasa y seis en las grandes superficies
El transporte público es otro de los refugios climáticos o islas de frío con los que cuenta, extraoficialmente, Vigo. El billete cuesta 1,35 euros y el pasajero puede viajar media hora o más aliviado con una temperatura refrescante. Una medición de La Voz con un termómetro digital en varios autobuses de Vitrasa dio temperaturas de 28,2 grados, tres o cuatro menos que en el exterior. Dichos vehículos cuentan con aire acondicionado y las ventanillas van abiertas. En un viaje de 20 minutos, se percibe cómo el calor baja gradualmente hasta una zona de confort para el viajero.
En los centros comerciales, como Gran Vía o A Laxe, los clientes perciben una agradable sensación térmica. En A Laxe, el marcador del termómetro digital empleado en el test de La Voz no subió de 24,6 grados. Y solo dos minutos después de salir y pasear por la zona del Náutico, el medidor se disparó por encima de 31.
Otro de los refugios climáticos de Vigo son las fuentes de los parques. El modelo más próximo a un refugio climático podría ser el del estanque de los volcanes de Coia, en la avenida de Castelao, que lanza chorros de agua desde el suelo. La vaporación mejora la sensación de humedad.