El vigués vuelve a Primera División tras aprender que no debe rendirse nunca
24 jul 2021 . Actualizado a las 17:04 h.Crecido en el Val Miñor, pulido en el Coruxo y triunfando en el Rayo Vallecano. Así es Santi Comesaña, un mediocentro que, con tan solo 24 años, ha guiado al conjunto franjirrojo hasta Primera tras dos años en Segunda División. Un descenso repentino, una lesión inesperada y la falta de confianza por parte de Paco Jémez han forjado el carácter de este jugador, que ahora podrá demostrar su valía junto a los mejores.
-Después de dos temporadas en Segunda División, vuelve a la máxima categoría del fútbol español. ¿Cómo ha vivido este ascenso?
-Con más intensidad que hace tres años. En el primer ascenso, todo estaba más claro, al ir en primera posición durante gran parte de la temporada. Sin duda, fue una alegría increíble, uno de los momentos más felices de mi vida. Pero, en este caso, al entrar sextos en el play off y remontar un 1-2 en nuestro estadio… Fue un ascenso donde se juntaron una gran cantidad de sentimientos y nervios que, por suerte, se tradujeron en una alegría increíble. -Al entrar en último lugar en la fase de ascenso y sufrir una cierta desventaja por ello, ¿se veía muy lejos el ascenso?
-Bueno, no muy lejos. Al final, en las últimas temporadas, los sextos han conseguido ascender. Creo que al venir de abajo tienes una ilusión extra. Sí que es verdad que, con la nueva normativa de los empates, los mejores clasificados tienen cierta ventaja, pero al final lo conseguimos, que es lo importante.
-Tras el descenso a la categoría de plata, la situación no ha sido nada fácil para usted. Ha tenido que pelear cada minuto y pasar por el quirófano para operar una hernia. ¿Cómo ha sobrellevado esta experiencia?
-Ha sido muy difícil. Paco Jémez no confiaba al principio en mí y supuso un bajón anímico que se juntaba con la decepción del descenso. Después de jugar 25 partidos en Primera, la falta de minutos me hizo pensar por un momento que no valía ni siquiera para Segunda división. Por otro lado, la lesión fue un dolor de cabeza. Nadie sabía que me pasaba, estuve con dolor mucho tiempo y estuve meses entrenando al margen de mis compañeros. Por suerte, la operación fue un éxito y todo mejoró.
-¿El parón provocado por la pandemia le ayudó en cierto modo?
-Sí. Lo que más me ayudó a recuperarme fue eso. Justo pude descansar en los meses de pandemia y acabé jugando el final de la temporada. Una temporada que parecía muy negativa y que acabó siendo todo un aprendizaje.
-¿Le ha vuelto a molestar la zona de la lesión?
-Esta temporada me molestó un poco, pero, últimamente, las sensaciones son muy buenas.
-¿Todo esto le ha servido para madurar como jugador? Con Iraola está siendo uno de los principales protagonistas y se ha asentado definitivamente entre los once elegidos.
-Me ha servido mucho. Al final, pasar por momentos duros, de dudas y de nervios te ayuda muchísimo a madurar, no solo como jugador, sino como persona. Esta temporada me ha servido para aprender que no debo rendirme nunca.
-No es la primera vez que asciende con el Rayo Vallecano. ¿Qué diferencias hay entre aquel Santi Comesaña y el actual?
-Veo una persona mucho más madura. Cuando ascendí por primera vez fue muy impactante. Aprendí lo difícil que es jugar en Primera División y lo que cuesta ganar en cada partido. Este año, tengo la lección aprendida y la cabeza más asentada.
«Mi sueño ha sido siempre jugar en Primera, aunque parecía muy lejano»
Tras superar todas las piedras del camino, Santi Comesaña mira al futuro con ilusión y con la ambición de poder cumplir el objetivo del equipo: la permanencia.
-24 años, uno de los capitanes del equipo y de nuevo en la máxima categoría. ¿Qué espera del año que viene?
-El reto que espero es mantener la categoría. Es lo más importante. Parece lo típico, pero es lo que siento de verdad. Ojalá poder seguir en Primera y no descender.
-La temporada que viene se espera que vuelva la afición a los estadios en porcentajes significativos. ¿Cómo es jugar en Vallecas sin el aliento de los suyos?
-La diferencia es increíble. Este año se ha notado que, jugando de locales y sin público, hemos perdido más puntos de los que solemos perder. Está claro que la afición hace mucho.
-¿Cómo es su relación con el entrenador actual?
-Con el míster va todo de perlas. Tengo la suerte de que siempre ha confiado en mí y lo he jugado todo.
-A pesar de ser de Vigo, ha sido un caso especial, llegando a la élite sin pasar por las categorías inferiores del R.C. Celta. ¿Qué le diría a los jóvenes que buscan la oportunidad de convertirse en profesionales desde canteras de equipos no tan reconocidos?
-Que no se rindan. Mi sueño ha sido siempre jugar en Primera, pero cuando salí de juveniles parecía un sueño lejano. Al no estar nunca en el Celta, mi mentalidad era fichar por un equipo de Preferente o Tercera División, sin ningún tipo de expectativa. Yo jugaba porque me gustaba, simplemente me divertía. Tuve la suerte de que me fichara el Coruxo y, tras una gran temporada, llegar al Rayo. Salió todo redondo. Solo decirles a los más jóvenes que disfruten del fútbol, que jueguen porque de verdad les gusta y, así, seguro que todo llega.
-¿En un futuro, vería con buenos ojos regresar a Vigo? En tal caso, con la camiseta celeste…
-Nunca se sabe lo que puede deparar el futuro. Ahora mismo no pienso si puedo jugar en el Celta, en Inglaterra o en Francia. Tan solo tengo en mente al Rayo Vallecano y mantenerme en Primera División. Y, cuando estás con un objetivo tan claro en la cabeza, el resto no importa.