
La necesidad de acreditar no tener el virus multiplica los pedidos a domicilio
01 ago 2021 . Actualizado a las 17:37 h.Los restaurantes de comida rápida se han convertido en los últimos días en auténticas estaciones de llegada de repartidores. En el MacDonald’s de la calle Gran Vía de Vigo, por ejemplo, apenas hay clientes haciendo cola para hacer su pedido en el mostrador al final de la tarde. Son mayoría los riders que llegan para recoger los pedidos que los consumidores han realizado desde sus propios domicilios utilizando alguna de las aplicaciones o plataformas destinadas a este fin. Ahí no se mueve dinero. Todo está pagado previamente por el cliente por medio del comercio electrónico.
Los repartidores esperan que se anuncie su código para recoger el pedido y salir inmediatamente en moto con él para que llegue lo antes posible hasta el consumidor.
El trabajo de estos mensajeros experimentó un auge espectacular durante la pandemia. Ahora, con las nuevas exigencias marcadas por la Xunta, su actividad sigue creciendo. Son más necesarios que nunca porque hoy en día muchos ciudadanos aún no han conseguido los certificados de vacunación o no se han hecho los test diagnósticos para demostrar que no están infectados de covid-19. Sin estos documentos, no pueden acceder al interior de los establecimientos de hostelería, por lo que hacer un pedido a domicilio es una opción que cada vez se tiene más en cuenta.
Este fenómeno reciente lo están viviendo en su propia piel los repartidores y lo cuentan en primera persona. Un trabajador de Glovo de nacionalidad venezolana que prefiere no decir su nombre afirma que «la demanda aumenta más en el último mes. Por las políticas del Gobierno de Galicia, le están exigiendo a todas las personas que vayan a consumir dentro del restaurante, no en las terrazas, una PCR negativa o el certificado de vacunación y mucha gente no sabe todavía cómo sacar el certificado o no lo tiene o no tiene la PCR. A lo mejor están con niños pequeños y no están vacunados. Eso hace que la demanda aumente y los pedidos de menús a casa», explica.
Auge
El de repartidor es un trabajo que se encuentra en pleno auge en Vigo. Actualmente hay más de 600 personas que se dedican a esta actividad en la ciudad olívica. Hay muchos ciudadanos que han llegado de otros países, sobre todo latinoamericanos, que han encontrado en este trabajo un medio para salir adelante.
Los ciudadanos los requieren no solo para que les entreguen los pedidos que hacen en los restaurantes. También tienen mucho trabajo para acarrear las compras del supermercado. Los consumidores tramitan la lista de la compra a través de la página web y ellos lo recogen lo llevan hasta el domicilio. Glovo también tiene un servicio de recaderos para adaptarse a las necesidades de los clientes. «Si tu madre tiene una olla pulpeira y necesita llevártela, nosotros hacemos ese trabajo», explica un repartidor de esta compañía.
Un promedio de entre 20 y 30 pedidos diarios
Los repartidores de comida rápida tienen muchísima demanda de trabajo en Vigo en los últimos tiempos. Carlos, uno de ellos, afirma que realiza entre una veintena y una treintena de pedidos diarios, lo que le lleva a trabajar durante más de ocho horas diarias. Según una encuesta, los repartidores cobran, como mínimo, entre 1,60 euros y 2,90 euros por cada pedido, cifra que se va incrementando según la distancia y la espera.
La necesidad de entregar la comida en el menor tiempo posible hace que muchas veces se la jueguen con sus motos. Ellos son los que ponen el vehículo y el carné, además de su mano de obra y su disponibilidad.
Un salario que puede superar los 2.000 euros mensuales con jornada completa
El trabajo de repartidor se está convirtiendo en un medio de vida para muchas familias de Vigo. Dedicándole no menos de ocho horas diarias, un rider puede ganar más de 2.000 euros al mes.
«Hay muchas plataformas de reparto, cada una tiene sus condiciones de trabajo. Yo estoy en Glovo y me va excelentemente bien como autónomo», afirma Carlos, venezolano. En su caso, trabaja de lunes a jueves ocho horas diarias y, de jueves a domingo, entre 9 y 11. Son los días en los que los ciudadanos hacen más pedidos para que les lleven la comida a casa. Trabajando sin parar, su salario puede llegar hasta los 2.600 euros al mes. «Hemos tenido un constante crecimiento y de forma exponencial», afirma este repartidor, para quien «la epidemia nos ha cambiado la vida y hemos sido una buena opción para seguir manteniendo la restauración».