«Nos ven como locos, pero conducimos así porque si no es imposible llegar a la hora»

celia eiras VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Trabajadores de Vitrasa explican las razones de su huelga: jornadas de diez horas sin descanso que empujan al estrés

22 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo denuncia Imanol Arnoso, presidente del comité de empresa de Vitrasa: «Nos ven como locos al volante, pero conducimos así porque si no es imposible llegar a la hora». Jornadas de diez horas, horarios de línea imposibles, incumplimiento del tiempo de descanso y recortes de servicios son las razones que han llevado a la plantilla de la concesionaria de transporte urbano de Vigo a emprender movilizaciones con cuatro días de huelga. Exigen a la dirección un nuevo convenio, pero las negociaciones han fracasado de momento. «La empresa no quiere negociar porque dice que no es el momento, cuando el convenio lleva caducado casi un año», sostiene el conductor

XOAN CARLOS GIL

Santiago Riveiro.

Vitrasa, que no ha querido hacer declaraciones a La Voz de Galicia, tildó los paros -en un comunicado de prensa de la semana pasada- de «medidas desproporcionadas» que están «a prexudicar os cidadáns de Vigo». La empresa recalcó la depresión que está atravesando el sector del transporte de viajeros, «a maior crise económica vivida ata o momento».

XOAN CARLOS GIL

Los señala que al Grupo Avanza, propietario de Vitrasa, se le adjudicó el servicio de autobuses urbanos del Área Metropolitana de Barcelona, por el cual «deberán desembolsar casi 500 millones de euros en el primer año». «¿Cómo te metes en una inversión así y luego dices que no tienes dinero para mantener el transporte de Vigo?», se pregunta Arnoso, que argumenta que la empresa ha aprovechado la pandemia para recortar servicios: «Antes salían 110 buses de las cocheras todos los días y ahora solo salen 94». Además, la Consellería de Sanidade ha restringido un tercio de las plazas de pie. La empresa vigila que se cumpla el aforo máximo mediante las cámaras de seguridad de los autobuses pero, según Félix Gómez, encargado de la línea 5, «si tú no te das cuenta y los llamas, ellos no se preocupan».

Esta semana, Gómez entra a las cocheras a las 5.00 horas y se baja del autobús a las 14.00. Según el itinerario de línea, entre cada trayecto de ida y vuelta tiene veinte minutos de descanso. «Realmente son cinco, o ni eso», se queja. Durante una jornada de nueve horas, el conductor de la L5 no ha llegado «ni a veinte minutos de descanso en total». No obstante, la ley reconoce un descanso mínimo de treinta minutos en las jornadas de más de seis horas, explica Javier Fernández, delegado sindical de la CIG en Vitrasa.

«Las circunstancias del tráfico de Vigo cambian constantemente», comenta el conductor sindicado, por lo que los horarios «se quedan obsoletos al poco de actualizarlos». Según Riveiro, Vitrasa decidió esta semana cambiar tres itinerarios para calmar a los huelguistas, pero esta semana está teniendo «veinte minutos de retraso por el atasco de Gran Vía con Urzaiz en unos horarios que están supuestamente modificados». «Esta manera de exprimir los horarios es la causante de que se hayan duplicado las bajas por estrés y depresión entre la plantilla», asegura.

El comité de empresa de la concesionaria estima que los 360 empleados de Vitrasa hacen unas 50.000 horas extras al año. Con este montante, el presidente de la comisión calcula que «se podrían haber contratado a 28 conductores más». Para horas puntas de la mañana, sobre las 7.00 o las 8.00, la empresa refuerza la plantilla con trabajadores del turno de la tarde: «Algunos empleados salen a las 24.00 horas de la noche para entrar de nuevo a las 7 de la mañana», denuncia Javier Fernández. Sobre todo trabajadores eventuales en rotación, que «suelen presentarse voluntarios porque saben que si no lo hacen, no los van a volver a llamar», añade.

La plantilla de la concesionaria tampoco entiende el caso omiso que el Concello de Vigo está haciendo ante sus reivindicaciones. «El alcalde siempre ha dicho que Vitrasa es una empresa privada y que ahí no se tiene que meter», dice Arnoso, pero «le está dando 12 millones de euros al año para que se ocupe del transporte público de la ciudad». «Llevamos personas en el autobús, no paquetes», declara Félix Gómez. E incide: «Si Abel Caballero no se preocupa de la ciudadanía, ¿quién se va a preocupar?».

De momento las negociaciones entre empresa y plantilla han fracasado y retomarán el diálogo a principios de septiembre. Dependiendo de los acuerdos a los que se llegue en la reunión, los conductores valorarán continuar con las movilizaciones, según informa su presidente.

Eventuales que «se autoesclavizan» para que los llamen

El comité de Vitrasa explica que ahora mismo hay 80 o 90 trabajadores eventuales en rotación cubriendo puestos ordinarios «para echarlos cada tres meses y que no generen antigüedad». «Luego se quedan colgados en casa seis meses o un año hasta que los vuelvas a llamar», dice Santiago Riveiro, que asegura tener compañeros que «lo están pasando muy mal y buscando segundos trabajos para sobrevivir». La comisión de trabajadores ha denunciado la situación a Inspección de Trabajo, sin obtener respuesta por el momento.

Según Imanol Arnoso, los conductores eventuales son los que más cargan con las horas extra: «Se autoesclavizan para quedar bien con la empresa y que los vuelvan a llamar». Sobre todo ahora en verano, con el refuerzo en el transporte público para ir a las playas. «Aguantan todo lo que les echen -sostiene el delegado sindical Javier Fernández- porque saben que si no van cuando la empresa se lo solicita, no les van a volver a llamar».

En el convenio vigente y ya caducado las horas extras y las nocturnas se cobran al mismo valor que las horas ordinarias. Pero antes de un fallo judicial la situación era todavía peor. «Antes se cobraba menos por hora extraordinaria que por hora ordinaria y estábamos obligados a cumplir con todas las que se nos asignasen, pero ganamos en un juicio celebrado hace un par de años», explica Fernández.