
La atleta ganó el Trail Serra da Groba tras sufrir una mediastinitis derivada del covid difícil de diagnosticar: «Creí que no lo contaba»
04 nov 2021 . Actualizado a las 09:09 h.Aroa Sío se proclamó el pasado domingo campeona del Trail Serra da Groba. Una victoria más para la atleta viguesa, pero no una cualquiera. Llegaba tres semanas después de que la hubieran «soltado», como se refiere ella al momento en el que le permitieron volver a entrenar tras haber sufrido, como consecuencia del covid-19, una mediastinitis. Ahora sabe lo que fue, pero la infección avanzaba a velocidad de vértigo mientras los médicos trataban de encontrar un diagnóstico: «Creí que no lo contaba», confiesa.
Todo comenzó a finales de julio, cuando se desplazó a Chamonix para preparar una carrera alrededor del Mont Blanc. El día antes de viajar, se hizo un test de antígenos y se vacunó. Cuando al día siguiente se sintió mal, lo achacó al pinchazo. «Me encontraba rara y al segundo día empezó la fiebre. El cuerpo me pedía cama», recuerda. Y aunque estaba empeñada en aprovechar la estancia para preparar el que iba a ser su debut en la distancia ultra y una de las carreras más importantes del año, la realidad le golpeó por primera vez: PCR positivo.
Su marido, que la acompañaba y también dio positivo, y Sío tuvieron que quedarse confinados en Francia. «Teníamos vuelo para tres días después. Tuvimos que coger un apartamento, prolongar el alquiler del coche otra semana... Un dineral para estar encerrados y casi en estado vegetativo», recuerda sobre cómo lo pasó ella, que apenas podía moverse y «lo único que hacía era respirar y vomitar» mientras su pareja, que estaba algo mejor, cuidaba de ambos.
Superado el covid y de vuelta en España, le recomendaron hacerse un chequeo para comprobar que todo estaba bien antes de retomar la actividad deportiva y así lo hizo. También necesitó recuperar el peso perdido. «Quedé muy débil. Cuando me contagié estaba en mi pico de forma, al límite con un 9 % de grasa. Y bajé cuatro kilos», detalla. Solventado eso y con resultados «fantásticos» en las pruebas médicas, volvió a entrenar. Y lo que parecía el final era solo el principio de la pesadilla que le aguardaba.
Dolor en la boca del estómago
Las sensaciones los tres primeros días de entrenamiento fueron muy positivas. Su entrenador quiso hacerle un test en un recorrido de 18 kilómetros que tienen «controlado», de manera que el tiempo en que lo complete les sirve de termómetro para pulsar su estado de forma. «Para haber estado un mes parada, salió un buen tiempo y lo mejor fueron mis sensaciones, sin dolores musculares ni problemas respiratorios», precisa. Dos días más tarde, la situación dio un vuelco. «Empecé a tener un dolor en la boca del estómago y unas décimas de fiebre. Fuimos al hospital, me hicieron radiografía, analítica y supusieron que era un virus estomacal», relata.
Sin embargo, su regreso a la clínica no pasó de aquella misma noche. El dolor fue a más y se despertó sin apenas poder respirar. «El dolor se había extendido a los pulmones y al corazón. Tenía una respiración tan superficial, que si hablaba, me ahogaba», cuenta. Los médicos decidieron enseguida que tenía que quedarse ingresada. «Me dijeron: ‘No sabemos lo que tienes, pero lo que sea va muy rápido'».
La prueba de la velocidad con la que avanzaba es que horas después de las pruebas correctas, las que le hicieron en la segunda visita al hospital revelaban anemia severa y que los niveles que ponen en alerta cuando hay un problema inflamatorio estaban alterados. Le hicieron de todo: radiografía, tac, cultivos de sangre, pruebas de tuberculosis y otras enfermedades... «Primero creyeron que era neumonía bilateral, luego empezaron a pincharme para descartar cosas». No tenían «ni idea» de qué le pasaba, pero «a medida que transcurrían las horas, empeoraba. El dolor llegó al cuello, a la garganta y, horas después, al cráneo».
«Pensé que no salía de esta»
Aunque muy débil, Aroa era consciente de lo que pasaba. «Pensé que era una infección que iba más rápido de lo que los doctores podían averiguar, que se estaba extendiendo por mi cuerpo y que igual no salía de esta», recalca. Cuando llegó a la cabeza, le hicieron otro tac del tórax y descubrieron la inflamación del mediastino, que describe como «una membrana que cubre órganos como el corazón y los pulmones» y que se los estaba «estrangulando». A base de corticoides, fue mejorando y le hicieron una biopsia que confirmó que todo estaba bien.
Aroa cuenta que su doctora expuso su caso en un congreso médico y todos llegaron a la conclusión de que había sido consecuencia del covid-19. «Mi caso es el primero que se encuentra de mediastinitis en un adulto por ese motivo. Hubo casos de niños con síntomas parecidos», cuenta. Una vez en casa, tuvo que estar varias semanas con tratamiento y sin más deporte que andar, dada la fuerte medicación que tomaba. El domingo volvió a la competición y a lo más alto del podio; además, en una carrera donde coincidió con muchos amigos. Se siente pletórica y con más ganas que nunca de seguir disfrutando de su deporte: «Ha sido como volver a nacer».
