Una mujer que desafía los estereotipos

MARÍA CALDAS VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Mónica Almuíña se ha convertido en la primera presidenta del CF Cañiza tras su fusión con la AD

25 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Mónica Almuíña ha convertido los campos de fútbol en su segunda casa desde hace más de ocho años. De delegada de campo a presidenta del CF Cañiza, se muestra como una mujer que no le tiene miedo a nada, y mucho menos a tomar las riendas en un mundo de hombres.

Durante muchos años, en A Cañiza convivían la Asociación Deportiva Cañiza CF, de la que Almuíña fue presidenta durante ocho años, y el CF Cañiza. El pasado año, ambos llegaron a un acuerdo para su fusión. Con muchas dudas sobre el nombre que ponerle al nuevo proyecto, los socios decidieron que se seguirían llamando CF Cañiza para no perder la antigüedad, ya que el club cumplía 50 años y en caso de cambiarle el nombre estos se perderían. Inicialmente con ganas de mantenerse al margen tras ocho años al frente de la Asociación Deportiva, Almuíña asumió la presidencia del nuevo proyecto a petición del expresidente del CF Cañiza.

Un año lleno de cambios, empezando por los colores. No solo se fusionaron los equipos, sino también las equipaciones de ambos, y ahora todo es amarillo, negro, verde y blanco. Todos los comienzos son complicados y este no iba a ser menos, partiendo desde la dificultad de pasar de un equipo sénior a seis conjuntos de base y dos de sénior, uno masculino y otro femenino, hasta las complicaciones económicas de un club de la «Galicia profunda», pero Almuíña mantenía la mirada puesta en hacer del Cañiza un «equipo serio».

El comienzo

Tras la fusión, el equipo sénior comenzaba su andadura en Segunda Autonómica, tras un esfuerzo muy grande por subir de categoría, y con una mujer al frente de la presidencia por primera vez en su historia. Pocas fueron las trabas con las que se topó Almuíña, en parte, gracias a la gente que estaba en la antigua directiva, destaca.

«Queríamos conseguir que los padres dijeran: ‘Pues yo quiero que mi hijo juegue ahí’. Hicimos un campamento de verano hace un mes, y de los que participaron, seis quieren empezar al fútbol en septiembre. Es una señal de que las cosas se están haciendo bien», resalta la presidenta.

Un mundo de hombres

A pesar de que a Almuíña no le pusieran las cosas muy difíciles a la hora de ponerse al frente del equipo, lo cierto es que a muchos todavía les costaba asumir la idea de que una mujer pudiese ser presidenta. «Los socios más veteranos, al principio te miraban así como con los ojos cerrados. Pero, una vez, uno de ellos me llamó mientras íbamos en el autobús para decirme: ‘Nunca pensei que o club non botase de menos ó presidente anterior’», cuenta Almuíña.

Por otro lado, la presidenta recuerda situaciones anteriores a la presidencia en las que fue juzgada por ser mujer. «Una vez, cuando era delegada de campo, a tres padres del otro equipo se les ocurrió cruzar el césped. Entonces, el árbitro me dijo que no podía haber nadie por el campo, yo me acerqué y les dije: ‘Por favor, no podéis cruzar el campo’. Y lo primero que me dijeron fue: ‘¿Tú? ¿Vas a mandar en mí tú’. Y le dije: ‘Sí, aquí mando yo’, a lo que su respuesta fue: ‘No; siendo mujer, no’».

Dificultades económicas

Con un presupuesto de gasto que ronda los 45.000 euros, al CF Cañiza le toca pelear duro para conseguir patrocinadores importantes. El ayuntamiento ayuda como puede, teniendo en cuenta que el club de balonmano, que está en categorías más altas y, por lo tanto, necesita más financiación. «Si estuviéramos en una categoría más alta, sí que las subvenciones de Diputación o de la Xunta son más amplias, pero es lo que hay. Puedes hacer algo con lo que te dan, pero nos toca trabajar mucho», indica.

Este año, el conjunto pasó de tener 300 socios a 500, algo que, junto las aportaciones de los padres y las cantinas, ayuda a que el proyecto siga a flote. El tema económico afecta también a la hora de planificar la plantilla y en la misión de ascender. «Salir de autonómica es muy complicado, porque hay mucho escalón que ascender. Por ejemplo, las fichas de los jugadores son mucho más caras. Ya nos costó ascender porque no tenemos poder adquisitivo para pagarles a los jugadores», resalta Almuíña. Del mismo modo, el estar más deslocalizados influye en los precios de los árbitros. «Un árbitro en A Cañiza puede costar cuatro veces más que en Vigo por los kilómetros y la Federación, en ese aspecto, nos está apoyando bastante», destaca.

Planes de futuro

Aunque suene muy bonito pensar en la Tercera RFEF, el objetivo principal a corto plazo es que el equipo ascienda una categoría en el sénior masculino y en el femenino, algo que ya será difícil. «En el fútbol es muy complicado ascender de categoría, sobre todo para pasar de autonómica, ya que hay mucho nivel», concluye Almuíña.