Protagonistas de la huelga general de 1972 reclaman un espacio público de homenaje permanente en Vigo

VIGO

M.Moralejo

El alcalde Abel Caballero les prometió una declaración institucional, pero ellos quieren que se perpetúa el recuerdo en algún lugar de la ciudad

29 ago 2022 . Actualizado a las 22:57 h.

«Foi unha folga política», insisten los representantes de un grupo de vigueses que fueron protagonistas de la huelga general de septiembre de 1972. Coincidiendo con el cincuenta aniversario de aquel pulso a la dictadura franquista, que se extendió durante tres semanas, la llamada comisión Pro declaración de institucionalizar a data de setembro de 1972 ha iniciado el proceso de solicitud al Concello de Vigo para que se dé ese nombre a un espacio de la ciudad con el objetivo de que se recuerde y se homenajee aquel movimiento emprendido por la clase trabajadora viguesa. «Non foi posible trasladar o que estaba pasando en Vigo a outros puntos de España, así que cando pasaron tres semanas de folga todo foi decaendo, aínda así foi un pulso grandísimo que lle botamos á dictadura franquista», explican desde la comisión, cuyos representantes son Margarita Rodríguez, Emilio Fernández, Higinio Leirós, Juan Benavides, Francisco Lores, Xoaquín López, María Luisa Vilas y Enrique Ordóñez.

Durante la presentación oficial de la campaña de reconocimiento a las personas que participaron en aquella huelga, los representantes de la comisión quisieron recordar la solidaridad de la ciudad con los trabajadores. «Houbo moita solidaridade entón, moita xente abríanos a súas casas cando escapábamos da policía; ias pola rúa e chegaban eles e arrasaban con todo, non respectaban a ninguén», señalan.

La huelga comenzó el 6 de septiembre de 1972 cuando los trabajadores de Citroën salieron a la calle, en plena dictadura, para reclamar la jornada de 44 horas y la libranza de los sábados por la tarde. En los días posteriores se fueron uniendo trabajadores de otras empresas importantes de la ciudad. La situación fue tal que el gobierno de la dictadura envió a un negociador para tratar de restablecer el orden. Claro que ese negociador llegó acompañado por numerosas fuerzas antidisturbios, que fueron alojados en el cuartel de Barreiro.

Tras la huelga, muchos trabajadores fueron despedidos y otros muchos tuvieron que huir ya que estaban siendo buscados por la temible brigada político- social. «Foi un movemento moi importante no camiño pola transición cara á democracia», apuntan.