Sara Álvarez, Muñi: «Mi cabeza no me dejaba disfrutar y ahora vuelvo a ser feliz jugando»

VIGO

M.MORALEJO

La autoexigencia jugó una mala pasada en el Deportivo a la actual futbolista del Sárdoma, que estuvo a punto de dejarlo; David Ferreiro convenció para seguir en el club vigués a la también estudiante de Psicología

08 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Llevo dos años viviendo entre estaciones de tren y autobús, pero ahora vuelvo a disfrutar jugando». Son palabras de la futbolista Sara Álvarez, Muñi, que vive su segunda temporada en el Sárdoma y que compagina el deporte con sus estudios de Psicología en Santiago. Todo esto, tras un paso de dos temporadas por el Deportivo, que se interesó por ella a los quince años. Allí, las cosas no fueron como esperaba, pero de aquellos se queda con lo bueno, incluido su interés por la profesión para dedicarse a la cual se está formando ahora.

Muñi cuenta que la autoexigencia le jugó una mala pasada en su etapa como deportivista. «Aquellos dos años no fueron fáciles, no voy a mentir», introduce. Y cuenta que, a su alrededor, todo era muy atractivo, pero algo no cuajaba. «Todo lo que me rodeaba era genial, la residencia estaba muy bien... Pero se juntaron muchas cosas: el Bachillerato, la selectividad, estar fuera de casa y lejos de mi familia por primera vez...», enumera.

A lo anterior se le sumó que las expectativas con las que había ido en el plano deportivo no se cumplieron, lo que se tradujo en frustración: «Estaba sola, no sabía cómo asimilarlo y tampoco quería preocupar a mis padres. Hubo muchas cosas que me comí sola y me agobié. Lo pasé mal», admite. Ahí fue clave la entonces psicóloga del Deportivo, Marisol Arias, que al tiempo que le ayudaba con su situación, le hizo ver de forma indirecta que ella también quería dedicarse a ese ámbito.

«Tengo una cabeza complicada. La autoexigencia es buena hasta cierto punto y yo me pasé de la raya», reflexiona pasado el tiempo. Lo ejemplifica también con su experiencia con las categorías inferiores de la selección española. «Aquello era brutal y me da pena que no lo disfruté. Tenía esa necesidad de estar siempre arriba, de hacerlo bien, de no cometer errores... Y eso no te deja vivir el momento», analiza. Con su perspectiva de ahora, incide en que estaba entre las mejores de su edad y si la habían seleccionado era por algo. «Tenía miedo de no hacerlo bien, de no volver. Ojalá me hubiera dado igual. Pero era pequeña y no tenía esta manera de pensar», señala sin dejar de lado que está feliz por la gente que conoció y haber tenido aquellas oportunidades.

Finalizada su etapa en el Deportivo, con el que las cosas acabaron bien por las dos partes, le rondó la cabeza la idea de colgar las botas. «Me dejó de motivar. Fue pasar de pensar que haría cualquier cosa por llegar arriba a darme cuenta de que si me iba a costar la salud mental, no quería eso», sostiene. De ahí que ahora, aunque la autoexigencia la lleva de serie, haya aprendido a pensar más en ella y a que le importe solo lo que digan o piense su círculo más próximo. «Es mi vida, juego y vivo yo y lo que me tiene que importar es lo que opinemos mi gente cercana y yo», subraya.

Sara ha asumido que cuando vives las cosas tan intensamente como ella, «si no lo sabes gestionar, te acabas quemando». «Me entristece pensar que dejé de disfrutar de lo que más me gusta hacer por lo que dijeran y pensaran de mí. Mi cabeza no me dejaba», añade pudiendo proclamar al mismo tiempo que aquello ha quedado atrás.

David Ferreiro, clave

El entrenador del Sárdoma, David Ferreiro, con quien ya había coincidido en el Atlántida de Matamá, sabía que no estaba bien en su anterior club y la invitó a unirse al Sárdoma en el verano del 2021. «Sabía que había sido un año duro. Habló conmigo y se interesó. Le debo muchísimo», agradece. Explica que le gusta mucho su forma de trabajar, de transmitir conocimientos y de tratar al vestuario. «Si volvía, tenía que ser con él. Me lo propuso y fueron semanas complicadas a todos los niveles, pero estoy muy orgullosa de mi decisión», proclama.

Hace tiempo que Sara tiene claro que lo que quiere es «disfrutar el proceso» y garantiza que en el Sárdoma lo está haciendo. «Si llego más arriba, pero no lo disfruto, ¿para qué quiero llegar? Aquí estoy muy bien, tranquila, con mi gente. Estoy muy feliz», señala sobre el actual proyecto del que forma parte. «Es una categoría nueva y el objetivo es la permanencia. Somos un equipo humilde y todo lo demás que venga, bienvenido sea», comenta. Mañana se miden al Racing Féminas.

Ahora, ella solo aspira a disfrutar, ayudar al equipo y, si se tercia, bailar alguna muiñeira. Es su celebración de los goles desde que de niña le dijeron que había tan mal un ejercicio que parecía que la estaba bailando. «Se rieron todas y dije que celebraría los goles así. Quedó la tontería y hasta hoy».