Desde la multisala de cine más antigua de Galicia: «Hay días de un espectador o ninguno, pero damos un servicio público único»

VIGO

Pablo Vázquez considera que ver películas en casa está bien, «pero en el cine se socializa»
29 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Los idiomas le abrieron el mundo. La educación que Pablo Vázquez Caride (Vigo, 1966) recibió en el colegio Rosalía de Castro, fundado por la pedagoga Antía Cal, rompió para él las fronteras lingüísticas lo suficiente como para encadenar tres veranos de intercambio en Irlanda desde los ocho años. España se abría al mundo y él, tempranamente, también. «Esa educación me ensanchó la mente. Aquellas estancias me hicieron ver que había un mundo diferente», dice recordando el Cork de mediados de los setenta. Allí acuñó una de sus primeras impresiones del séptimo arte: «Había unos cines enormes. Me impactaron mucho», dice recordando que la primera película que vio en su periplo extranjero fue una de James Bond, de las iniciales de Roger Moore. Desde entonces no ha dejado de ver cine, y desde hace unas décadas, de proyectarlo también.
Ha tomado la estela de su padre como gerente de los vigueses Multicines Norte y de los Cines Compostela. ABC de Pontevedra, Riazor de A Coruña o Multicines Centro de Vigo formaron parte también del negocio familiar, pero los Norte se han convertido en el mascarón de proa con el que da la posibilidad de acceder en pantalla grande al cine independiente, al de autor o el de versión original, además de proyecciones artísticas, ensayo, musicales o documentales con los que incluso el público se cita a las once de la mañana un día cualquiera.
Las cinco pantallas ubicadas frente a la viguesa estación de Vialia son las multisalas más veteranas de Galicia. Arrancaron en 1982 con El último metro de François Truffaut, y El matrimonio de María Braun, de Fassbinder. Su padre, promotor inmobiliario y presidente del Celta entre 1973 y 1976, contaba con unos bajos en la calle Vía Norte, y para ellos surgió la idea del cine, dos salas al principio y cinco en la actualidad.

Un año después de la inauguración, Pablo Vázquez continuó sus estudios de bachillerato en Londres durante tres cursos. «Alfonso Ruiz-Mateos era mi compañero de pupitre justo cuando el Gobierno expropió Rumasa». El cine vuelve a ser uno de los grandes recuerdos de esa singladura. «Los cines de Leicester Square, el Empire... unos cines que eran otro mundo», plantea.
Derecho en Tenerife y un curso en Países Bajos completaron su currículo exterior hasta que volvió para convertirse en concejal en el avispero político de Vigo durante ocho años, los de Manuel Pérez y Juan Corral al frente de un convulso PP.
«Los nuestros, junto al Minicine del Calvario, fueron de los primeros cines ubicados en un bajo, no en un edificio exclusivo como era habitual hasta ese momento», señala al hablar de aquel sector en el que tenían que pelear en Vigo contra la enorme cadena de los cines Fraga.
«Mi padre no tenía muy claro que el cine llegase a funcionar; la gente nos decía que iba a ser difícil, pero ya llevamos 41 años de historia», apunta sin alharacas, porque el sector encadena crisis tras crisis y hace complicada su pervivencia. «No es un negocio muy rentable, no lo es con mayúsculas. A veces cubrimos gastos y otras no», confiesa.
Su clientela es cinéfila al cien por cien, peina canas la mayoría. Vázquez suele asegurar que sus cines «son un servicio público. ¿Dónde iría la gente a la que le gusta este tipo de cine y verlo en un cine además? ¿Cerramos y les dejamos sin nada? Es una responsabilidad, pero que reconforta, porque la gente nos anima a seguir», mantiene. Sin embargo, nunca ha recibido ninguna subvención, excepto por las medidas aparejadas a la pandemia. Tampoco reconocimiento institucional alguno, aunque sí de la Academia Galega do Audiovisual con un honorífico Mestre Mateo. «El mejor premio es el que nos da el público que nos elige», sale del paso. «Hay días de un solo espectador o ninguna persona en la sala. Eso ocurre, pero seguimos, porque damos un servicio público único», dice con asumida normalidad.
Nota que las plataformas digitales le han dado otro golpe más a los cines, aunque apunta que su ingente producción cada vez tiene menos calidad. «Ver películas de plataformas en casa está bien, pero el cine se vive en el cine, es donde se le saca partido y se disfruta, donde se socializa».
Sin embargo, ve venir una nueva transformación del cine, un producto más personalizado. «No creo que acabe con los cines. Tiene su poder y no creo que se acaben nunca, porque no te deja con las manos vacías».
Reconoce que el envoltorio delas grandes cadenas, con sus palomitas, bebidas y demás se impone a su pesar, «y la gente lo demanda», apunta, a la vez que admite que también ha expulsado a otros espectadores de las salas. Por las suyas han pasado personalidades como Sting, este verano, o el rey actual cuando era príncipe. «El cine siempre será necesario», concluye entre augurio y deseos.

EN DETALLE
-¿Primer trabajo remunerado?
-Pintando casas en Londres para ganar unas libras. Una señora que tenía una inmobiliaria me dio la oportunidad junto a un amigo. No teníamos ni idea.
-¿Causa a la que se entregaría?
-Sobre todo a la gente mayor. Está muy abandonada o en geriátricos comerciales. Hay mucha falta de respeto y cariño hacia la gente mayor. Faltan valores.