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Una oenegé de Vigo lanza un SOS por 55 niños de la India

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO

cedida

Lotus Spain organiza un concierto solidario para los pequeños rescatados de la calle

11 mar 2023 . Actualizado a las 00:47 h.

En abril empieza el curso en la India y una ONG de Vigo necesita con urgencia fondos para que los 55 niños que tiene apadrinados puedan escolarizarse. Esta organización es Lotus Spain ONG. La fundó Zulma Tubío, ourensana que creció en Vigo y que actualmente trabaja en una entidad bancaria de la ciudad. Quien acaba de tomar las riendas es Beatriz Barbará, licenciada en Derecho y funcionaria de una administración pública. Esta organización creció porque tuvo una importante ayuda anual de una empresa. Sin embargo, en enero la entidad patrocinadora puso fin a sus aportaciones y la ONG se quedó en una situación muy complicada en un momento en el que deben afrontar muchos gastos. Por ese motivo, han lanzado una campaña de captación de socios y patrocinadores que les permitan seguir llevando a cabo su proyecto solidario. También piensan organizar cenas benéficas, conciertos solidarios y otros eventos, puesto que necesitan hasta el último euro que puedan recaudar. Quien desee colaborar puede ponerse en contacto con ellos a través de la cuenta de correo electrónico vistalegre2001@gmail.com. El 24 de este mes llevarán a cabo un concierto benéfico en la sala Reverb, en la calle Areal.

Para conocer la historia de esta ONG hay que remontarse diez años atrás, cuando Zulma Tubío vivió una experiencia de voluntariado en Benarés, una de las ciudades más antiguas del mundo y la más importante de la India desde el punto de vista espiritual. Maestra de profesión, colaboró en el proyecto educativo de la ONG Semilla para el Cambio coordinando y motivando a las profesoras. Vivió seis meses en Benarés, donde conoció a Kundan, un voluntario nativo. «Al conocernos nos surgió la idea, el sueño, de abrir juntos una ONG», recuerda. Lo que a sus 25 años parecía una locura, se hizo realidad. Zulma volvió a España en 2014 y Kundan creó Lotus Foundation. Comenzó solo con un amigo y una chica americana que les ayudaba económicamente. Empezaron con pocos niños ofreciéndoles educación, alimentación y sanidad, sus tres grandes objetivos.

Zulma cuenta que empezaron trabajando en la calle comprándoles libros y enseñándoles a leer y a escribir. En 2015 ya habían conseguido una estructura física, un edificio alquilado con aulas. «El impacto que recibí fue muy grande al ver lo que había conseguido en un año y que el número de niños crecía», recuerda Zulma. Tenía que impulsar esa labor desde España y creó Lotus Spain ONG.

Apoyo de su entorno

Personas de su entorno empezaron a hacerse socias para apoyar el proyecto. En el 2018 volvió a Benarés, donde la organización ya tenía una estructura bien formada, con profesores, cocineros y conductores de tuc tuc, la motocicleta de tres ruedas a modo de carrito en el que llevan a los niños al colegio.

«Hicimos un buen grupo de voluntariado en Vigo. Gracias a ellos, se recaudaba y allí pudimos hacer muchas cosas. Escolarizamos a los niños, les dimos medicinas y establecimos un convenio con un hospital», recuerda. En 2019 tenían a 30 niños apadrinados. Ese año Zulma regresó a España, donde el transcurso de los acontecimientos hicieron que se quedara: llegó la pandemia, optó a un trabajo fijo, conoció a su pareja y tuvo una hija.

Afirma que el 2020 fue un año «magnífico» porque una gran empresa apostó por ellos y financió sus proyectos. «Con ese dinero, tomamos la decisión entre todos de que, ya que las escuelas habían cerrado por el covid, abrir otros proyectos». Entregaban cien táperes de comida al día y abrieron un dispensario médico. En 2021, volvieron a escolarizar a los niños tras el fin de la pandemia. «En 2020, con el donativo tan grande, metimos a 30 niños más. En total eran 60», afirma. Pertenecen a la casta más baja de la India, los dalits, que viven en la pobreza absoluta. «Son lo último de lo último», afirma Zulma.

Oscar Vázquez

La crisis posterior a la pandemia afectó al país asiático. Tuvieron que renunciar al dispensario médico y al reparto de alimentos, destinando todos sus fondos a la educación. En enero de este año, la empresa les comunica que no continuará colaborando. «Ahora no nos da ni para escolarizar a los niños», lamenta Zulma. No quieren echar a perder todo el trabajo. «Nos ha costado que los cojan en la escuela, convencer a los padres, que los preferían tener en la calle, y mentalizarles de que algún día llegarán a ser algo», afirma.

«La conocí en un evento y me enamoró su historia», comenta Beatriz Barbará, la nueva responsable del proyecto, al que pone todas sus ganas y energía porque «que se queden la calle es bastante triste», lamenta. Afirma que cada céntimo obtenido es para el proyecto. «Somos todos voluntarios. Los costes en España solo son los que genera la cuenta corriente», dice. Necesitan unos ingresos estables para continuar su labor. El tiempo apremia.