A la cala, procedente de Sudáfrica, solo la frena su uso para bautizos y funerales
02 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Nuestra protagonista de hoy se llama Zantedeschia aethiopica. Seguro que con un nombre tan tremendo se imaginarán algo misterioso e irreconocible, pero en realidad es todo lo contrario. Nuestra prima es una de las plantas más sencillas de identificar y de las más conocidas. Se trata de la cala.
Resultan inconfundibles sus enormes flores blancas (en realidad son tallos con un gran pétalo modificado) en forma de cáliz acampanado con su largo estambre amarillo en el centro formado por centenares de pequeñas flores masculinas y femeninas. Las vemos sobre un tallo de hasta 20 centímetros de largo junto a sus grandes hojas verdes y perennes con forma de flecha.
Ahora queremos proponerles un sencillo reto de agudeza visual, aprovechando que las calas están estos días en plena floración. Les invitamos a que en sus paseos por los parques, por el entorno rural de la ciudad, por los espacios naturales tanto forestales, como límites de tierras de cultivo, riberas de ríos y regatos, entre otros, contabilicen la cantidad de grupos de calas que pueden observar. Sin duda les sorprenderá su abundancia en cuanto empiecen a fijarse en ellas, especialmente en aquellas zonas que presentan tendencia a acumular humedad, ya que suelen constituir el hábitat preferido de esta especie.
Y aquí llega el problema: nuestra prima es una especie exótica que empieza a mostrar su carácter invasor. Su apellido aethiopica tiene que ver con ser la flor nacional de Etiopía, aunque para mayor precisión es originaria de Sudáfrica.
Aunque todavía no figura en los catálogos oficiales de especies exóticas invasoras, nuestra prima está empezando, de forma discreta pero perseverante, a ocupar e invadir cada vez más espacios. En nuestro entorno todavía está relativamente controlada su expansión, pero en otras zonas no muy lejanas, como puede ser la isla de Sálvora (del Parque Nacional Marítimo Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia), ya han empezado campañas para su erradicación, pues empieza a ser una amenaza para la flora autóctona.
Como todas las especies invasoras —no lo son todas las especies exóticas—, parte de su éxito colonizador tiene que ver con la ausencia, lejos de su área de distribución natural, de depredadores o parásitos que puedan limitar su expansión. De esta forma se van extendiendo y desplazan a las especies autóctonas que sí cuentan con ese factor limitante. En el caso de las calas, no obstante, existe una excepción a esta regla general, y por eso su expansión está siendo más lenta, comparativamente, que la de otras invasoras.
Las calas de han encontrado con un imprevisto depredador: por orden cronológico las bodas, bautizos, comuniones y funerales, y otros eventos susceptibles de incluir ornamentación floral. Culturalmente, es una flor asociada al nacimiento y la muerte. Sus flores son tan llamativas que resultan una tentación irresistible —de hecho, se introdujo en Europa como planta ornamental y para la venta de sus flores cortadas—, por lo que a base de cortar sus flores vamos limitando su expansión.
Tóxica
No obstante, conviene recordar que toda la planta es tóxica y su savia resulta irritante para las mucosas.
La experiencia nos enseña que con las especies exóticas invasoras tenemos una fatal tendencia a actuar cuando ya es demasiado tarde desde que llegan los primeros avisos —cuando todavía el problema es abarcable— y la invasión se descontrola. Quizás con las calas podríamos ir poco a poco tomando medidas de erradicación a tiempo y supervisadas por técnicos especializados, sobre todo en los espacios naturales más sensibles.