Las flores que estos días tiñen de color amarillo nuestros montes
VIGO
La xesta forma parte de una gran familia de 90 especies y tiene una gran importancia cultural y etnográfica en Galicia
22 may 2023 . Actualizado a las 11:32 h.Entre los toxos, los pampullos, las mimosas (que no deberían estar) y nuestras protagonistas, todo nuestro entorno está lleno estos días de flores amarillas. Hoy queremos contarles algunas curiosidades de las xestas (Cytisus striatus) que sobresalen en nuestro paisaje y, de tan comunes que son, apenas les damos la importancia que tienen. Con una altura de tres metros, abundante ramificación y ramas estriadas, con hojas muy pequeñas de una tonalidad verde oscura, resulta muy visible y puede llegar a formar grupos muy densos y casi impenetrables.
Es una especie endémica del oeste de la península y norte de África. Nuestra prima es una fabácea, que como suena viene siendo la familia de las habas, las fabes, los guisantes etc. No es tan sorprendente si observamos las vainas en las que crecen sus semillas, similares pero de menor tamaño que sus parientes. Estas vainas van madurando y endureciendo, calentándose al sol hasta que, literalmente, explotan y esparcen sus semillas, por eso es fácil escuchar los chasquidos que emiten al abrirse los días de mucho calor. No obstante, a pesar de las similitudes, recordemos que se trata de un arbusto tóxico para nuestra especie, aunque comestible para otras.
De Ons a Cíes
La xesta forma parte de una gran familia de más de 90 especies diferentes aceptadas oficialmente entre centenares que se encuentran todavía en discusión, pero una ilustre pariente de esta familia es la Cytisus insularis, cuyo apellido hace referencia a su carácter insular pues fue identificada originalmente en la isla de Ons. La, desde entonces, llamada xesta de Ons parecía restringida a ese archipiélago y al islote de Vionta, en Sálvora, pero ya se ha localizado en varios puntos de O Morrazo. Se trata de un endemismo de extraordinario valor biológico. En Ons las distintas especies de xestas son muy abundantes y, sin embargo, justo al lado en las Cíes, apenas existen dieciséis ejemplares en San Martiño, uno en Monteagudo y otro, del que dudamos su supervivencia, en Faro. Además de su importancia botánica la xesta añade, como pocas especies, su importancia cultural y etnográfica. Sus usos tradicionales fueron incontables, muchos de ellos ya perdidos, e incluían desde usarlas como trajes de aguas, como tejados en construcciones tradicionales, en ambos casos eran una alternativa a la paja de centeno, para cordelería, para curtidos, como escobas (en muchas zonas se la conoce como escobón) y tristemente todavía se siguen utilizando como improvisados batelumes para luchar contra los incendios.
También era muy utilizada en las camas del ganado en las cuadras, junto con los tojos, para posteriormente retornar al suelo en forma de un excelente abono muy rico en nitrógeno.
Muchas veces hemos comentado en estas páginas el grave problema para la biodiversidad que representan las especies exóticas invasoras que llegan de otros continentes, pero lo hacemos como receptores de las mismas. Debemos recordar que también somos exportadores de especies invasoras y nuestras xestas están provocando serios problemas por su comportamiento invasor en Norteamérica, por ejemplo en California y en algunos estados del Pacífico y una de sus primas, la Cytisus scoparius, figura en la lista de especies invasoras de Canarias. Sirva este elogio para llamar la atención sobre la importancia de las especies comunes que, precisamente por serlo, no suelen despertar mucho interés.