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Tamberlick: teatro, circo y el lugar donde los vigueses conocieron el cine

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Los propietarios del establecimiento le pusieron por nombre el apellido del tenor italiano que inauguró las actuaciones en 1882

11 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que en los cines de la Plaza Elíptica han querido recuperar el nombre de Tamberlick es oportuno recordar el nexo de unión entre ese nombre y la ciudad de Vigo. Enrico Tamberlick fue un tenor de renombre en la España del último tercio del siglo XIX. Su apellido quedó definitivamente ligado a la ciudad porque fue el artista que inauguró el teatro, y con esa denominación se mantuvo el establecimiento durante un siglo.

Todo empezó en julio de 1882 cuando el cantante italiano llegó a la ciudad para firmar un contrato por el que se comprometía a actuar, junto con su compañía, en la inauguración del teatro-circo que estaba concluyendo la sociedad formada por Augusto Bárcena, Francisco Martínez Villoch y Mariano Pérez. Desde hacía algo más de un año, Vigo se había quedado sin teatro, al cerrar el construido por Velázquez Moreno en la plaza de la Princesa. Esa carencia quedaría subsanada el 11 de octubre de 1882 cuando fue inaugurado el nuevo recinto, que estaba en la actual calle de Eduardo Iglesias.

Aquel día, el público vigués pudo asistir a la representación de la ópera Poliuto, de Donizetti. Junto al afamado tenor estaba un amplio número de cantantes, un coro y la orquesta del Teatro de Cervantes de Málaga. Fue un éxito, que llevó a los propietarios a denominar la sala con el nombre de Tamberlick. Si artísticamente todo fueron elogios, la solución arquitectónica firmada por Domingo Rodríguez Sesmero concitó críticas, especialmente por las escaleras que salvaban el desnivel existente entre la calle y el teatro. Incluso, el propio arquitecto reconocía que la estructura del edificio tendría que ser retocada no muchos años después.

El teatro tenía un aforo para 800 espectadores, una cifra importante para la población que entonces tenía Vigo.

Concluida la temporada lirica, a comienzos de noviembre, los promotores apostaron por otro tipo de espectáculos. El 30 de noviembre, el Tamberlick se estrenó como circo con la presencia de la compañía acrobática de Rafael Díaz. En esa ocasión, los vigueses pudieron ver en directo números de equilibristas, gimnastas, jinetes y amazonas, y payasos. Fue un nuevo éxito, muy aplaudido por la ciudadanía.

Cortometrajes

Pero el Tamberlick todavía tendría un tercer estreno antes de acabar el siglo XIX. Menos de dos años después de que los hermanos Auguste y Louis Lumière presentasen en Francia el cinematógrafo a sus compatriotas, los vigueses también pudieron sorprenderse con su invento el 29 de abril de 1897. Unos cuantos cortometrajes, que la prensa del momento denominaba cuadros, fueron exhibidos en el Teatro-circo Tamberlick por los portugueses Cesar Marques y Alexandre de Azevedo durante varios días. En los primeros días, el público pedía la repetición de determinado cortometraje, siendo atendidos por los empresarios portugueses. Aunque Marques y Azevedo tenían apalabrada su presencia a partir del 10 de mayo en la ciudad de Tui, decidieron prolongar por un día las proyecciones en Vigo. A modo de homenaje a todos los asistentes a su espectáculo, los exhibidores realizan una selección de los títulos más aplaudidos por los vigueses. Fue un nuevo éxito.

A lo largo de los once días que estuvieron en Vigo, los licenciados por Lumière mostraron una cuarentena de películas, entre las que había viajes, naturaleza, primeros esbozos de guiones o el considerado primer título cómico de la historia del cine, Jardinero sorprendido. Algo más de un año después de aquel bautismo cinematográfico, un francés residente en A Coruña, José Sellier, proporcionó a los vigueses una nueva dosis de séptimo arte, en la que se incluía la primera película grabada en Galicia, que tenía a la ciudad herculina como protagonista.