Explosivos o sabotajes en instalaciones eléctricas y de gas son riesgos que la unidad de subsuelo de la Policía Nacional investiga antes de cumbres como la internacional de pesca que empieza el lunes
15 jul 2023 . Actualizado a las 23:19 h.La alcantarilla se abre. Un metro de diámetro. Otros tres de caída libre entre tuberías afiladas. Al fondo, un charco de aguas fecales. La pestilencia emana al exterior, se esparce por la calle, abierta, orientada al mar, a los pies del Palacio de Congresos Mar de Vigo, en Beiramar. Alfredo, jefe de grupo, sujeta el cable metálico de la grúa que sostiene por un arnés a su compañero Eloy. «Ahora podemos bajar, es seguro», dice tras medir la atmósfera en la galería. Ni gases tóxicos ni explosivos. Vía libre. Eloy empieza a descender, poco a poco. Ni parece fácil ni lo es. Para estar ahí hay que venir vacunado de casa. Puede morderte una rata, prevenir hepatitis, brucelosis, picaduras de insectos, algunos de aspecto mutante, jeringuillas. Eloy no lleva ni un centímetro de piel al descubierto. Sus botas chapotean sobre un líquido que alguna vez tuvo aspecto de agua.
La galería tiene un metro y cuarenta centímetros de altura. Justo la frontera métrica para poder ser inspeccionada. Se adentra en busca de cualquier elemento de riesgo colocado con la peor intención. Es viernes, y el lunes, pasado mañana, se reunirán en el Palacio de Congresos, a contados metros, con motivo de la reunión de ministros de pesca de la Unión Europea. Se buscan bombas, dinamita, explosivos en general que pudieran ser colocados para atentar con motivo de un acto plagado de autoridades. «También se busca evitar sabotajes mecánicos, atacar los sistemas eléctricos o de telecomunicaciones para, por ejemplo, dejar sin aire acondicionado, instalaciones de gas... Pero también pueden aparecer cócteles molotov», detalla el jefe de grupo, Eloy.
El despliegue de la unidad de subsuelo no es improvisado. Tampoco abren alcantarillas aleatoriamente, por si aparece algo sospechoso o peligroso de casualidad. Hay un minucioso trabajo de análisis previo: «Trabajamos con los ayuntamientos, facilitan planos y hablamos con las empresas contratadas para gestionar suministros y determinar puntos vulnerables», detalla Alfredo sin perder de vista a su compañero, ya palpando las paredes del colector ayudado por linternas para ver más allá de un metro en la penumbra. «Pero también se revisan los conductos que van del aeropuerto a los hoteles, por si alguien prepara algo en el camino que hagan las autoridades, o en el perímetro de los hoteles. Hay que revisar todo...».
La posibilidad de dar con explosivos está directamente relacionado con el tipo de organización terrorista que pueda colocarlos. Los islamistas tienen sus artefactos fetiche, igual que ETA en sus décadas en activo. En Galicia, en los últimos cinco años, esta unidad de competencia autonómica no encontró ninguno. En parte porque Galicia vive un buen momento tras la desaparición de los movimientos extremistas independentistas. «El trabajo que hacemos es preventivo, y se sabe que existe. Es decir, no pasa nada porque se vigila para que no pase nada», explican en la unidad. Pero la cumbre internacional de pesca que empieza el lunes en Vigo supone solo un motivo más para que esta unidad pise Vigo. Su presencia en la primera ciudad de Galicia es regular. Principalmente en el aeropuerto de Peinador. Una vez al mes, siempre. «Inspeccionados las galerías de servicios subterráneos que van a las pistas de aterrizaje. Tienen suministros, grupos electrógenos, calderas, sistemas de aire acondicionado. Hay que revisarlo todo cada cierto tiempo, nunca se sabe».
El reciente concierto de Guns N' Roses en el estadio de Balaídos implicó otra inspección previa. «Cada gran concierto supone una revisión de la zona afectada, igual que cada partido del Celta considerado de alto riesgo. No se descarta nunca nada», confiesa Alfredo. Las manifestaciones laborales son otro punto caliente que requiere de esta unidad especializada de la Policía Nacional. «Pueden esconder cócteles molotov para usarlos en algún momento, tuercas con las que atacar cuando se carga si la situación se vuelve insostenible», explica Eloy, ya de nuevo en la superficie, descolgándose la bombona de oxígeno que le permitió sobrevivir en las catacumbas de la ciudad para garantizar la seguridad de autoridades, pero también del ciudadano de a pie.