![Puede superar los siete centímetros y su curioso nombre tiene que ver con sus patas delanteras.](https://img.lavdg.com/sc/4HPGevm5zMzfGbJhahHykviExu0=/480x/2023/07/15/00121689454382180996778/Foto/V15L3013.jpg)
Alguna de sus más de cien especies pueden llegar a los 115 decibelios.
16 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Seguramente les ha sucedido alguna vez, paseando de noche a finales de primavera y principios de verano por alguna zona rural de la ciudad: escuchar un sonido muy fuerte y constante, procedente del suelo. Un sonido sin interrupciones, y ningún bicho viviente tiene capacidad pulmonar suficiente para estar cantando durante tanto tiempo sin respirar. Muy probablemente acaban de escuchar a un grillo topo (o alacrán cebollero), y el misterio de su canto permanente es que su sonido lo producen frotando sus alas, precisamente como los grillos.
Para empezar anotemos que se trata de un bichito enorme, que puede superar los siete centímetros y su curioso nombre tiene que ver con sus patas delanteras, desarrolladas para excavar galerías y que recuerdan las de un topo. Viendo su tamaño y sobre todo su aspecto no resulta sorprendente que a nuestro primo le hayan adjudicado desde la cultura popular toda serie de prejuicios y leyendas infundadas, incluyendo que su picadura puede llegar a ser mortal. Tampoco ayuda mucho su seudónimo: alacrán cebollero, que nos induce a considerarlo, erróneamente, como familiar de los escorpiones. En realidad todo es falso. Nuestro amigo pertenece a la familia de los ortópteros en donde están también las langostas y los saltamontes, con la diferencia de que en los grillos topo son las patas delanteras las que están muy desarrolladas a cambio de no poder apenas saltar como sus primos que tienen desarrolladas las traseras para este menester. Tampoco tiene aguijón ni veneno alguno.
Lo que resulta extraño es que semejante bichejo que además es muy común sea tan poco conocido. La explicación es que la mayor parte de su vida la pasa bajo tierra y cuando abandona su hogar subterráneo (aunque no lo hace de manera especialmente elegante, nuestro colega vuela) suele hacerlo por las noches, por eso resulta tan difícil de ver, aunque fácil de escuchar, especialmente estas noches en las que anda con sus amoríos. Frotando sus alas emite el sonido agudo, intenso y constante que comentábamos. Se puede concretar: alguna de sus más de cien especies pueden llegar a los 115 decibelios.
Les gustan las tierras sueltas, muy oxigenadas y sus galerías se suelen identificar por tener muy cerca el orificio de entrada y el de salida, en donde tienen sus crías. Su puesta es de entre cien y cuatrocientos huevos, siguiendo la estrategia de tener una prole abundante como garantía de supervivencia. Es uno de los inconvenientes de ser parte de la dieta de muchas otras especies. Lo curioso, y es más frecuente en el mundo de los insectos de lo que suponemos, es que sus progenitores, concretamente la hembra, se quedará vigilando sus huevos y sus crías hasta un mes después de la eclosión. Atendiendo a su apellido (cebollero) habrán deducido que nuestro primo no es muy popular entre los agricultores, pues efectivamente come las raíces de algunas plantas, y también miñocas, pero su dieta incorpora insectos y larvas perjudiciales para la agricultura, por lo que haciendo balance resulta mucho más aliado que enemigo de la agricultura. Debemos conservarlo y mantenerlo a salvo de los insecticidas que están diezmando sus poblaciones.