El porriñés Hernán Sío y el vigués Unai Sánchez, los únicos chicos de sus respectivos clubes de gimnasia rítmica, subieron al podio en el Euskalgym
31 oct 2023 . Actualizado a las 07:46 h.Nacieron con dos años de diferencia, pero tienen muchas cosas en común. El porriñés Hernán Sío Trillo (2007) y el vigués Unai Sánchez Cambeiro (2009) se acercaron a su deporte, la gimnasia rítmica, gracias a que lo practicaban sus respectivas hermanas mayores, Julia e Itziar; son y han sido siempre los únicos chicos de sus clubes, el Ximnasia Porriño y el Maniotas de Vigo, y los dos se colgaron el bronce en el sus categorías en el prestigioso Euskalgym el pasado fin de semana, siendo los únicos medallistas gallegos.
En Galicia, hay actualmente más niños que se decantan por una disciplina en crecimiento, pero, en su día, Hernán fue pionero en categorías base, el encargado de abrir camino. Por eso, para Unai, su compañero y amigo ha sido y es «un referente», dice el padre del porriñés, Esteban. «Es un ejemplo para él, lo quiere mucho. Además, Hernán es encantador, apoya mucho a los compañeros, siempre está pendiente de ellos y tenerlo cerca es una motivación», añade.
Habla de tenerlo cerca porque, aunque pertenecen a diferentes categorías y no compiten entre sí, Hernán ha estado cedido en el Maniotas para echar una mano completando un conjunto, por lo que han podido compartir pabellón. De paso, Sío podía cumplir una aspiración que tenía desde que terminó la etapa escolar —y ya no podía competir con niñas hasta un cambio de hace tres años que permite los conjuntos sénior—, ya que siempre le ha encantado la competición grupal. «Los dos tienen una relación muy buena, se juntan y duermen uno en casa del otro», comenta Paco Sío, el padre del mayor de los dos deportistas.
Celebraron juntos, y con sus entrenadoras, sus respectivas medallas, ambas de bronce, en el Euskalgym. Hernán la conquistó en categoría sénior y le supone una satisfacción en una temporada que no ha sido fácil, ya que está pendiente de saber si desciende de la máxima categoría nacional: en principio, se mantenían seis y quedó octavo. «Tiene la cabeza muy bien amueblada y piensa en colectivo. Si desciende, es una desilusión, pero lo asimila. Sabe que él no lo ha hecho mal, pero que ha habido gente mejor», indica su padre, Paco.
El podio de Unai llegó todavía en categoría prejúnior y también fue una gran ilusión para él y para su club. «Es un torneo especial, que da un plus de motivación. Había ido otras cinco veces, pero quedaba cuarto, quinto... Es la primera ocasión en que consigue medalla», cuenta su progenitor, que recuerda que lleva tres campeonatos de España quedando entre los tres primeros y tenía esta asignatura pendiente.
Sánchez también destaca la madurez de su hijo, algo necesario para que pasen los años y seguir con tanta dedicación en un deporte que la exige para avanzar. «La gimnasia es sacrificada, requiere muchas horas y renunciar a cosas típicas de la edad, como los cumpleaños o estar más tiempo con los amigos». Él es capaz de hacer esas concesiones porque «le gusta mucho y tiene sueños, quiere conseguir cosas».
Pero esa ambición de la que también hace gala Hernán no está reñida con un compañerismo que, señalan, caracteriza al ambiente que se respira en este deporte. «En categoría júnior, son seis niños y se clasifican cuatro para el campeonato nacional. Siempre saben que dos van a quedar fuera, pero no hay afán de querer ganarle al otro, sino de hacerlo cada uno lo mejor posible», alegrándose de los éxitos de los demás, sostiene Esteban.
Minoritarios por partida doble
Los gimnastas de rítmica son «minoritarios en un deporte de por sí minoritario», enfatiza Sío. Él suele decir que se van dando pasos, pero también que queda mucho camino por recorrer. «En la rítmica, no hay igualdad de género. Los chicos no tienen la posibilidad de ir a unos juegos olímpicos», lamenta. Coincide Sánchez: «Es una barrera que tienen y no se entienden. El nivel es muy alto y es el único deporte olímpico sin competición masculina. Les gustaría llegar pero, a día de hoy, no es posible», ahonda Sánchez. Sus hijos, de superar obstáculos, saben un rato.
Siguiendo la estela de sus hermanas desde muy niños y adorados en sus clubes
Hernán Sío Trillo se inició en la gimnasia rítmica con cuatro años, aunque frecuentaba el pabellón incluso antes, desde que tenía dos. Sobre seis o siete contaba en el momento de empezar a pisar en firme el tapiz Unai Sánchez, aunque de vista lo conocía también desde tiempo antes. Ambos siguieron la estela de la hermana mayor, como en tantas familias, sin importar que fueran chicos y ellas se hubieran decantado por un deporte donde la presencia femenina es abrumadora y los hombres eran —aunque eso vaya cambiando— una rara avis.
Los puntos en común de estas dos historias también incluyen el papel que juegan en sus clubes: casos únicos y motivos de orgullo. «Lo acogieron de maravilla desde el primer momento, lo adoran y lo apoyan muchísimo», señala Esteban. Desde el colegio, también se le han dado «todo tipo de facilidades» y nunca ha sentido ningún rechazo de los compañeros por practicar un deporte etiquetado por muchos todavía como «de chicas».
Las vivencias positivas en el entorno se repiten en el caso de Hernán, que siempre ha tenido una relación fantástica con sus compañeros, completamente integrado y sin problema alguno. De hecho, cuando tuvo que dejar de competir en grupo al acabar la edad escolar, fue un momento complicado para él. «El conjunto siempre estaba ahí, le seguían apoyando mucho, pero te ves más solo con tus rutinas en una esquina», explicaba su padre.
Hernán y Unai son dos campeones de los que presumir. Para sus familias y para sus clubes. Dos apasionados de la gimnasia rítmica a los que no les importó ir contracorriente, viviéndolo de forma natural.